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Cuestión de imagen

15/05/2022
 Actualizado a 15/05/2022
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En el Partido Popular de León se siguen cometiendo errores de comunicación. O pecan por exceso o por defecto. No hay término medio. Ahora, la gran incógnita para la dirección provincial son los nombres de los aspirantes a las alcaldías de León, Ponferrada y San Andrés del Rabanedo en mayo de 2023. Y su presidente, que además es senador y alcalde, informaba –y reconocía– esta misma semana, que eso es competencia exclusiva de Madrid. Sin más explicaciones ni matización alguna. Que las hay. La declaración supone dejar a los pies de los caballos su propio poder orgánico y, en paralelo y ante la opinión pública, poner sobre la mesa la reducida capacidad del partido-sucursal y de sus administradores. Error flagrante.

La historia es real. Hace unos años, pocos, surgió un problema muy serio en una conocida familia de León. Conocidísima. El yerno fue a ver al suegro y le contó la trifulca que había tenido con su hija por una reciente picardía nocturna. Existía riesgo de separación. ¿Pero cómo le dijiste eso a tu mujer?, preguntó muy preocupado el suegro, ¿acaso se te fue la cabeza?, inquirió. Y el muchacho, cariacontecido y con el rostro demudado, respondía: Porque usted me dijo el día que nos casamos, que para que nuestro matrimonio fuera bien tenía que contarle siempre todo a su hija; todo. El suegro, muy cabreado para entonces, contestó elevando la voz: Pues claro, chaval, pues claro, hay que contárselo todo… todo lo que se pueda contar, coño. El matrimonio, en unos meses, acabó como el rosario de la aurora.

Si bien por imagen local el PP no debe vocear que Madrid dispone con mano de hierro, los más avezados –que no el común de la gente– saben que eso es así. Que Génova tiene la última palabra sobre los candidatos de los principales núcleos poblacionales, aunque a veces, como en 2015, le metan un gol por la escuadra tras un penalti inexistente. El tramposo de Juan Vicente Herrera se encargó de señalarlo, después de sacar tarjeta roja a quien le había puesto en bandeja de plata, cuatro años atrás, la capital leonesa. Al final, que es lo que queda, el que se fue lo hizo como un caballero y los que llegaron lo hicieron a trompicones. Perdieron miles de votos. 9.618 para ser exactos. Una ruina electiva. Que tomen nota. Por si acaso.

Llegado a este punto, la reflexión general de quienes, por ejemplo, leen periódicos es que el partido de León pinta poco. Que son meros guiñoles a quienes les mueven los hilos desde arriba. Y punto, como dicen los cortitos y los culturetas. Por cierto, la acepción de guiñol en el diccionario de la Real Academia se sustancia como «teatro representado por medio de títeres que se manejan introduciendo una mano en su interior». Eso dice.
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