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Cuestión de frecuencias

26/07/2020
 Actualizado a 26/07/2020
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El transporte público, ese aparente gran desconocido en muchas zonas de España y ese quebradero de cabeza en otras, juega un papel primordial en la vida de numerosas personas. En infinidad de ocasiones se ha debatido y criticado el centralismo del transporte en España, ya que la capital posee las mayores y mejores infraestructuras y medios de transporte, mientras que otras ciudades apenas tienen o sus habitantes se ven obligados a pasar por Madrid para llegar a otros puntos de la península. Durante los meses que viví en León el verano pasado, recuerdo hablar sobre la frecuencia de los autobuses en la provincia para ir de una localidad a otra, que no solía bajar de la media hora, mientras que en la capital si el tren, bus o metro excede los cinco minutos ya es una barbaridad. A sabiendas de lo absurdo que puede sonar, para mí ambas quejas tienen sentido y responden a la misma necesidad de un aumento de medios de transporte; no es justa vuestra eterna espera, pero tampoco nuestra forma de ir como sardinas enlatadas.

Como no podía ser de otra forma, el transporte es una pieza clave a tener en cuenta en esta nueva normalidad de la pandemia, que me ha hecho ser aún más consciente de ambas situaciones, especialmente por la continua petición de mantener la distancia de seguridad, pero sin que nadie asegure que pueda llevarse a cabo. Hace unas semanas tuve que esperar durante media hora en la estación de Atocha, lo que supuso que la vía estuviera llena de gente y, por consiguiente, el tren hacia otra localidad madrileña también. A decir verdad, estuve casi más tiempo esperando que lo que se tarda en llegar a ese sitio, luego no nos sorprendamos por el uso del vehículo privado. Asimismo, el pasado fin de semana viajé al pueblo donde siempre veraneo y, a pesar de las continuas advertencias de mantener la distancia de seguridad, ahí estabamos todos los pasajeros por parejas rozando brazos en el autobús. En definitiva, sé que modificar los sistemas de transporte de un país entero no es una tarea sencilla, pero podrían llevarse a cabo pequeñas variaciones para garantizar ya no su frecuencia o comodidad, sino, al menos, su seguridad sanitaria.
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