Cuervo ingenuo

Hay multitud de canciones que hacen daño al oído, incluso algunas hacen daño al alma, pero hay algunas que hacen apretar los dientes y descolgar el teléfono a un presidente de gobierno. Se nos ha ido el maestro cantautor de una de esas canciones que podría haber quedado olvidada en el anecdotario colectivo si no hubiera provocado la reacción manifestada por el poderoso de turno. A nadie apetece que lo engañen aunque hay quienes olvidan y perdonan más fácilmente, al menos en lo referente al comportamiento de los actores políticos nacionales. Por lo general, los conservadores entienden mejor que nadie la mentira como una herramienta más de un objetivo final, siempre y cuando no les toque el bolsillo o la bolsa. Por el contrario, la gente políticamente contraria a ellos, y más aún los radicalmente contrarios, no perdonan el engaño, especialmente cuando éste se centra en las ideas, los ideales o ilusiones y raramente se preocupan del bolsillo o de la bolsa pues la suya es siempre escasa. Un incumplimiento explicado puede no ser perdonado aunque sí entendido, una promesa rota y acallada no se olvidará nunca. Aún queda mucha gente que ni olvida ni perdona que Felipe nunca explicara el por qué del cambio del NO al SÍ, sin nada decir al pueblo que le apoyaba. Hoy, 30 años más tarde algo parecido está sucediendo con otro presidente, en este caso el griego, que acepta y no explica lo que hasta ayer era inaceptable para él y los suyos, que seguramente no lo olvidarán nunca. De nuestro presidente sabemos lo que podemos esperar y por ello genera poca o ninguna decepción; qué buen vasallo para los grandes señores. Del otro confiábamos que actuaría de manera diferente. Si en algún momento los ahora poderosos necesitaran de la solidaridad de otros pueblos supongo que entenderían el rechazo que su comportamiento genera en tantos europeos así que bien harían en asegurarse un futuro sin necesidades. Muchos no olvidarán nunca su prepotencia y arrogancia con el débil. Tiempo al tiempo.