Cuernos amigos

05/01/2018
 Actualizado a 13/09/2019
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No quedan palabras puras, como la vida misma. Ya nada significa una sola cosa y, como en los refranes, la misma palabra sirve para una cosa y para la contraria, basta con que cambies la entonación.

Recuerdo a una niña a la que el abuelo abrió una cartilla en ‘Tu banco amigo’. Un día le escribió el banco y de lo ingresado quedaba la mitad después de cobrar las comisiones periódicas y pertinentes. La niña miraba la cartilla y repetía: «Mi banco amigo». No sonaba amistoso.

No hay nada más peligroso en política que lo que han dado en llamar el «fuego amigo». No existe peor fuego, peor traición, peor ataque que el que viene de los tuyos. Parece que es la confirmación de la frase que se le atribuye a tantos autores y que no elijo ninguno para que no me digan que es de otro que no sea el famoso Churchill: «Nuestros adversarios están enfrente (la oposición), nuestros enemigos atrás (su propia bancada)».

Si hay una palabra que tenga mala prensa y peores aplicaciones es la de cuernos. No parece que en ella pueda caber la palabra amigo como apellido. Y, sin embargo, sí cabe, sí es posible y hasta es muy apropiada.

Mira la foto. Recuerda tu pasado agrícola y ganadero y recuerda con la tranquilidad que cogías los cuernos de las laboriosas vacas de la pareja, cómo les colocabas las mullías, el yugo... y cómo se iban tranquilamente a trabajar.

Nada que ver los cuernos amigos con el fuego amigo. Curioso.
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