25/09/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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Nunca he ido a una corrida de toros, ni a ningún encierro, ni iré. Supongo que si hubiera nacido en Salamanca o en Sevilla sería un forofo de la ‘fiesta nacional’. Pero no; nací en León y prefiero un pendón a una corrida. Trato de explicar que el asunto de la tauromaquia es cultural. Será por eso que, en el fondo, soy un poco catalán. Ellos han prohibido, hace años, todo lo que tenga que ver con los cuernos en su territorio. Prohibir... Lo que quedó de mayo del 68 fue ‘prohibido prohibir’. Se ve que no avanzamos nada de nada con el paso del tiempo. Os he dicho aquí mismo alguna vez, que el hombre es un animal necio y desmemoriado. Un animal que, generación tras generación, comete los mismo errores. No aprendemos ni a base de hostias. Así nos va.

¿Qué cuesta un sentimiento? ¿Cuanto estamos dispuestos a pagar por una idea? ¿Un disgusto?, ¿una pelea?, ¿una muerte? Lo del toro de la vega de Tordesillas es una burrada, un anacronismo, no hay duda. Pero van a participar en él cuarenta mil personas? ¿Están equivocadas? Bajo mi punto de vista, si. Pero no creo que sea razón suficiente para criminalizarles. Yo, que odio este festival, no soy quién para impedirlo. Quien quiera que vaya y el que no quiera, que no vaya a verlo. Ni que acuda a las plazas de toros. No pasa nada. Existen, según los defensores de la ‘fiesta’, cien motivos para que siga. Bien, mejor para ellos.

Nos hemos vuelto sectarios, maniqueos. Pasa en todos los órdenes de la vida. En la política, en los deportes, en las relaciones. O estás conmigo o estás contra mi. Y no es así. No estoy en contra de nadie, simplemente hay cosas en las que no pienso como tu. (Y, en mi caso, son casi todas). Pero no me voy a enfadar, ni a dar palos verbales o físicos, ni a matar para imponer una idea. No me da la gana.

Los ‘polacos’ votarán el domingo. Si ganan los nacionalistas, (¡vaya palabra!), se iniciará el proceso de independencia del estado español. Puedo o no estar de acuerdo, (me da igual), pero no quiero que la legión entre por Castellón para impedirlo. Ellos son libres para decidir su auto-determinación. El problema viene después. ¿Qué pasará con los cientos de miles de sus ciudadanos que no están de acuerdo con ellos? ¿Serán respetados o serán perseguidos por hablar, comer, jugar o follar de manera distinta a ellos? ¿Se conformarán con su territorio histórico o iniciarán un proceso de anexión de los pueblos vecinos que pertenecieron en su día a la Corona de Aragón y que hablan parecido a ellos? No hace falta haber estudiado en Yale, pongo por caso, para saber que no pararán.

Salud y anarquía.
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