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Cuentos y pesadillas de Navidad

24/12/2019
 Actualizado a 24/12/2019
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Ay, pero qué agarrado era aquel Scrooge! ¡Viejo pecador avariento que extorsionaba, tergiversaba, usurpaba, rebañaba, apresaba! Duro y agudo como un pedernal al que ningún eslabón logró jamás sacar una chispa de generosidad; era secreto, reprimido y solitario como una ostra».

¿Les suena?, así describía Charles Dickens a su trabajólico protagonista en ‘Cuento de Navidad’, uno de los clásicos en estas fechas. El autor, que entró a trabajar de niño en una fábrica, pasó después a ser pasante en un bufete de abogados, hasta que finalmente encontró su verdadera vocación. Algo debió ver Dickens en esta profesión que no le cautivó...

En fin, no es que una servidora haya encontrado, previo paso de la consabida pasantía al igual que Dickens y tras algo ya más de una década en el ejercicio de la abogacía, la vocación de escritora que quincenalmente trato de despertar a través de este medio, pero en estas fechas no puedo evitar recurrir a la historia de Dickens, o a otro recurrente filme de Tim Burton, en los que muchos de los que nos dedicamos a esta ‘benedetta’ profesión podríamos vernos reflejados en la antesala navideña.

Créame si les digo que no soy la única que en los días previos al turrón, he andado más estresada de lo normal. Muchos de mis compañeros, lo ratificarán en sala, con la venia de su Señoría, y harán suya mi experiencia. Por mucho que haya intentado planificar y organizar para desconectar plácidamente en los designados como días inhábiles, eccolo qui!..., el fantasma de lo urgentísimo consigue dar al traste con mis planes...

Los arranques sobrevenidos de los clientes en época de adviento, que en nada se parecen a Mr. Scrooge y no quieren que la Navidad les pille con temas pendientes... se han apresurado a tomar decisiones que, sí o sí deben quedar solucionadas antes de fin de año, lo que, si me apuran, es tanto como decir que el plazo para ello ¡vence hoy! Sean sinceros, ¿quién de ustedes se iría de vacaciones con tal preocupación?... no vaya a ser que el fantasma de las Navidades pasadas, presentes y futuras, vaya a revolver la conciencia que se ha mantenido adormecida todo el año... Y he aquí, cuando me transformo yo en Jack Skellington, con el ajetreo propio de mi propia ‘Pesadilla antes de Navidad’ para tener todo finalizado y rematado en plazo. Me levanto, corro, reviso contratos, preparo escrituras, ¡ojo a las liquidaciones de impuestos!..., mira que los Rodriguez llevan llorando al abuelo cinco meses y treinta días, y hay que presentar el modelo 661 ¡ya!... vuelvo a correr, atiendo llamadas, asisto a señalamientos, recibo a ese matrimonio que lleva todo el año alargando su desidia conyugal y por imperativo legal ha decidido separarse antes de Navidad... ¡gracias a Dios que es de mutuo acuerdo! y, entre tanto... rezo para que los juzgados no me notifiquen más resoluciones con vencimiento, especialmente que el Contencioso-Administrativo no lo haga del decreto de caducidad del glorioso art. 128, desde hace días me pende cual espada de Damocles...¡Eso sí que sería la ruina!

Sí, lo sé, lo sé... este es mi día a día y no es una ninguna tragedia, al fin y al cabo una ya se ha acostumbrado a la adrenalina de la profesión, pero ¿qué quieren que les diga?, cuando se me despierta el espíritu navideño, por cierto, cada año de forma más precoz... ¡nunca imaginé contar con luces de Navidad en noviembre!, solo anhelo tener un cierre de ejercicio medianamente calmado, porque para para estrés ya tenemos el resto del año ¿no les parece?

De todas formas, lo mejor de mi particular pesadilla, como toda buena pesadilla que se precie, es que uno despierta y desaparece, y hoy 24 de diciembre, salvo imponderables de última hora, la mía se ha desvanecido por completo, así que no me verán ustedes como a Mr. Scrooge trabajando hasta tarde esta Nochebuena, porque el fantasma de la Navidad está aquí y ha llegado para quedarse unos días. Así pues, disfruten de ellos y ¡MUY, MUY FELIZ NAVIDAD A TODOS!
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