Cuánto vale un minuto

Juan Carlos Ponga Mayo
10/06/2020
 Actualizado a 10/06/2020
El valor del tiempo siempre es relativo y eso no creo que sea necesario comentarlo, pero es claro que no siempre lo tenemos presente cuando nos enfrentamos a diversas situaciones, ya sea personales, sociales o políticas. ¿Cuánto vale el minuto de un cirujano en una operación a corazón abierto; cuánto el minuto de un investigador del cáncer y el minuto de un bombero apagando el fuego de una casa ardiendo para su propietario… ¿Cuánto vale el minuto de un cantante; el minuto de un futbolista...?

Desde hace bastantes años en este país se nos ha ido el sentido del tiempo y parece que todo vale por ganar un segundo y cuando digo esto no estoy pensando en el tiempo que tarda una ambulancia en llegar a un accidente o en atender a una persona que ha sufrido un paro cardíaco, tampoco en cuanto se tarda en atender una llamada de incendios o en llegar los bomberos al lugar en que se está quemando una casa o un monte. Me refiero a lo que se tarda en llegar de cualquier punto del país, que tenga instalado el servicio de AVE a Madrid, porque este es el tema, lo que se tarda en llegar a Madrid, como si Madrid fuera el paraíso o el anhelo de todos los españoles.

Muy pocas veces, los poderes públicos, sean quienes sean los que los ostenten, se interesan o se preocupan de que los parques de bomberos estén repartidos con sentido común y dispongan de los medios necesarios y rápidos para llegar al lugar lo antes posible. Tampoco se les ve interesados en que se distribuyan bien las ambulancias y éstas estén suficientemente dotadas para que el tiempo entre el accidente o la enfermedad de una persona y la atención sanitaria oportuna sea lo más rápido, en fin, aún hay muchas deficiencias.

Sin embargo estamos gastando miles de millones de euros en crear una red ferroviaria para comunicar, como dijo un presidente de gobierno «todas las capitales de provincia con Madrid», como si todos los problemas de los españoles se solucionaran comunicando las capitales de provincia con Madrid, y no tengo nada contra Madrid.

Cada poco leemos en los periódicos que a partir de tal día el viaje a Madrid se reduce en cinco minutos, pero nunca pone cuánto ha costado esa reducción de tiempo. ¿Compensa a los españoles que los habitantes de una ciudad, la que sea, que pueden pagar un billete de AVE, tarden cinco minutos menos en llegar a Madrid? ¿Tanto vale el tiempo de esas personas que no pueden tardar cinco minutos más en ese viaje?

Alguien me dirá que esto es el progreso, es mejorar la vida pero, mientras nos gastamos millones en esto se limitan las velocidades en las carreteras, y con razón, pero no me negarán que parece un contrasentido.

Volvamos al progreso. Aceptemos que esto es el progreso pero ¿para quién y para qué? Mientras nos empeñamos en llegar cinco minutos antes a Madrid, los zamoranos no pueden ir en tren a Salamanca, los de Salamanca no pueden ir en tren a Cáceres y los de León no pueden ir en tren ni a Cáceres, ni a Salamanca, ni a Zamora y las comunicaciones entre estas ciudades, según algunos economistas, son básicas para el progreso del oeste español. ¡Ah! pero eso del OESTE no importa, lo que importa es llegar cinco minutos antes a Madrid.

El ferrocarril tradicional, el que comunicaba, y digo comunicaba, y lo digo en pasado porque es una especie en extinción, vuelvo a decir comunicaba poblaciones grandes, medianas y pequeñas en la mayor parte del país… no interesa a nadie. Ponerlo en marcha supone invertir más en personal y en reparaciones, lo que no interesa a las grandes constructoras, que no sé porque las llamamos grandes constructoras si no tienen obreros, ni maquinaria, solo unas oficinas que cuando obtienen una obra subcontratan a otros, que vuelven a subcontratar lo que indica que cada obra va dejando dinero que no produce nada por el camino hasta llegar a los que trabajan de verdad en ella, y claro, esto tiene mucha presión sobre el sistema y hay que hacer un tren AVE y reducir cinco minutos el viaje a cualquier coste antes que dedicar dinero al tren tradicional o a otras necesidades sociales. Si a todo esto añadimos las posibilidades de corrupción tenemos el plan perfecto.

En los años ochenta se desmontaron vías de ferrocarril que no tenían que haberse levantado, todo porque no eran rentables, y poco después se empezó a construir el primer AVE. ¿Cuándo será rentable todo el dinero que se ha invertido en el AVE, entre expropiaciones, obras de explanado, puentes, materiales, trenes importados…?

El día en que se eliminó y desmontó el ferrocarril de Astorga a Plasencia se condenó a todas las provincias del oeste: Cádiz, Huelva, Sevilla, Badajoz, Cáceres, Salamanca, Zamora, León y Asturias a tener que comunicarse por ferrocarril a través de Madrid, siguiendo la línea recta, supongo. Un verdadero desastre.

Con lo que supone a muchos españoles pagar sus impuestos, a partir de sueldos, en ocasiones de miseria, no se pueden gastar euros públicos en obras faraónicas de escaso valor social.
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