31/10/2019
 Actualizado a 31/10/2019
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Estoy ‘apijotao’. No sé de qué coño voy a escribir esta columna; ¡y mira que tenemos temas ahora mismo para hacerlo!, ¡tantos que aburren! Como esto se publica en un periódico provincial, sería menester hacerlo sobre lo que ocurre en la provincia..., pero no me apetece. He escrito infinidad de veces sobre lo que nos está sucediendo, y como me repetiría más que un gazpacho con extra de pepino, pues no lo haré. Hacerlo sobre lo que sucede, o sucedió, o sucederá en mi pueblo, (cómo ejemplo de otros cientos de pueblos que jalonan nuestra geografía), pues tampoco. Ya os aburro bastante contándoos cosas que sólo entendemos los que hemos nacido, y pacido, en las tierras que van desde la Quebrantada hasta Candajo. Escribir sobre la ‘resurrección’ de Franco o de las movidas que se traen en Barcelona y comarcas adyacentes, ¡‘home’ por Dios!, estaréis hasta los huevos o los ovarios de tanto verlas en televisión. Por lo que me dan ganas de hacer lo que hizo la Codorniz, hace ya cincuenta años, el día de los inocentes de un año cualquiera en la España del desarrollo: entraba un tren en un túnel en la primera página haciendo «Piiiiiii, Piiiiii, Piiiiii». Todas las demás páginas de la revistas eran negras, hasta la última, en la que salía el tren del túnel volviendo hacer, «Piiii, Piiii, Piiii». Es cierto que hacer ese montaje en una columna es complicado y que, además, seguramente no sería bien entendido por el distinguido público y menos aún por el señor director de esto, que tiene un sentido del humor demasiado inglés y huye de los sucedidos raciales. Mejor dejarlo ‘pa prao’. ¿Y contaros chistes? ¡Hombre, por lo menos sería divertido! Pero claro, a ver a quién ofendo... Se uno que trata de Cristo y de la última cena y de unas rayas de cocaína. No sigo porque uno con los religiosos ya ha tenido algún conflicto franco-checo a cuenta de un artículo escrito aquí y miedo me da que se cabreen aún más que entonces. Podía ir por lo sencillo y contaros algunos de Franco; de los de toda la vida, por supuesto, que estos nuevos sobre la mudanza de tumba son algo burdos y muy aprovechados. Pero claro, resulta que conozco a uno de los de la Fundación que lleva su nombre y también me da no sé qué que se cabree como una mona y que el día que me vea me suelte un par de hostias, que es grandón y fuerte como él solo. O alguno de mujeres, qué también están muy de moda a cuenta del cuento que se gastan las feministas, pero las temo más que a un ‘nublao’ y desearía poder seguir contado con mis atributos; o no, ¡para lo que me sirven! O de gangosos, pero tampoco sería correcto, que está muy mal visto reírse de los males de los demás. De seguir así, no se va a poder ni tirar un pedo, joder, que si es de mala educación, que es vejatorio para los que lo huelen o lo escuchan... Lo dicho; mejor dejarlo ‘pa prao’. En mi afán divulgativo, que no ceja nunca, os voy a contar una noticia que salió en el Boletín Oficial del Estado, o sea, en el País, la semana pasada. Contaban que Google había terminado de construir el primer ordenador cuántico. Ya escribí alguna vez sobre la física cuántica y os hablé de la paradoja de Schrödinger, esa en la que no sabemos si un gato metido en una caja está, después de estar expuesto a una sustancia mortífera, vivo o muerto, o muerto y vivo o vivo y muerto. La verdad es que no sirve para entender nada de la mentada física, pero, no me lo negaréis, es divertida. Pues lo del ordenador de marras viene a ser lo que sobra después de unir las dos manos: la hostia. En resumen, y para no alargarme: este bicho podrá hacer cálculos y operaciones infinitamente más rápido que el más grande de los súper-ordenadores actuales. ¿Y quién es su creador? Pues uno de León, ¡manda cojones! Y, para ser más exacto, descendiente de Vegas. Apellidándose Boixo no podía ser de otro sitio. Como además su familia es vecina mía, puerta con puerta, que me llevo muy bien con su señor padre y, agravando el asunto, como le rompí la cabeza a su tío con una piedra, (cuándo éramos pequeños, no seáis mal pensados), puedo decir que me siendo orgulloso con los logros del chavea. Hay que ser muy listo y muy constante para hacer realidad un invento en el que se han gastado miles de millones de dólares y que revolucionará el mundo tal y como lo conocemos. Por una vez, y sin que sirva de precedente, no han sido los chinos, ni los indios, ni los yanquis quienes lo han logrado. Ha sido un españolito y de León quien lo ha hecho. Bien es verdad que lleva estudiando por ahí la tira de años y que ahora anda por los Estados Unidos. Bien es verdad que aquí no hubiera podido hacerlo, por falta de medios, sobre todo. Pero, ¡joder!, es de León y sus ancestros, por parte paterna, de Vegas. ¡Ahí queda eso!

Último chiste: ¿Qué le dice una iguana a otra? La solución, la próxima semana.
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