Cuando nadie nos vea, sube al desván

28/12/2022
 Actualizado a 28/12/2022
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Cuando se habla de arquitectura tradicional es obligatorio mirar a la comarca leonesa de la Cabrera. Cuando piensas en sorpresas en cualquier esquina, en historias cargadas de magia, es obligatorio mirar a la Cabrera.

Si el pueblo elegido es Pombriego, allí, a pocos metros del histórico bar de Julio –el rincón con tantas historias como moscas, con un cantinero que te podía poner de tapa cantante una ranchera– encontrarás la casa de la foto, la casa de las dos puertas o, cuando menos, con dos posibilidades de acceder a su interior.

La puerta habitual y aquella a la que conduce la escalera tienen una historia única pero despiertan un montón de posibilidades, de sugerencias, de historias imaginadas y posibles.

¿Una partición de la herencia y cada beneficiado quería su propia entrada a lo heredado?, ¿una historia de amores imposibles que quisieron hacer posibles salvando al guardián del no encuentro?, ¿una escalera regalada de un viejo edificio y algo habría que hacer con ella menos desperdiciar algo considerado tan valioso en los tiempos que escaseaba el hierro?...

La que estás pensando, la que más te apetece que sea, ya está escrito en una celebrada canción que han interpretado numerosos cantantes de todas las épocas: «Cuando nadie nos vea... sube al desván».
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