Cuando Mozart venció a la pandemia

Con un ‘Così fan tutte’ para el recuerdo, elFestival de Salzburgo de 2020 salió adelante en el peor momento y pese a las restricciones. Este jueves Cines Van Gogh retransmite la grabación

Javier Heras
28/10/2021
 Actualizado a 28/10/2021
Christof Loy apuesta por una puesta en escena moderna, minimalista y con decorados y vestuario en blanco y negro.
Christof Loy apuesta por una puesta en escena moderna, minimalista y con decorados y vestuario en blanco y negro.
El Festival de Salzburgo de 2020 fue casi un acto de fe. Lo más lógico habría sido no celebrarlo, como la gran mayoría de los certámenes de verano de Europa. Pero cumplía su centenario, y tenían que echar el resto. «Fue un trabajo de Sísifo», resumió su director artístico: restricciones, aforos reducidos, pérdidas, test y pruebas constantes… todo con tal de que saliera adelante. Lo lograron gracias no solo al entusiasmo y el esfuerzo, sino también al sentido común. En vez de programar diez novedades, como pretendían, solo hubo dos: ‘Elektra’, de Strauss y Hoffmansthal (homenaje a los dos padres fundadores del festival en 1920), y ‘Così fan tutte’, del hijo predilecto de la ciudad austriaca.

Desde el principio, decidieron que no hubiese descansos, peligrosos en pandemia por la socialización y los contagios; ambos títulos debían representarse de corrido. Con ‘Elektra’ –ópera en un acto– no había problema, pero la obra de Mozart se excedía de duración. No quedaba otra que abreviarla unos 50 minutos, con cortes en los recitativos y las arias. El resultado compensa: gran parte de la (gloriosa) música sigue presente, y la producción brilla en todos los apartados.

En el foso, la joven alemana Joanna Mallwitz se convirtió en la primera mujer al frente de la Filarmónica de Viena en los cien años de historia de Salzburgo. Por otro lado, el elenco reunió a seis buenos actores con las voces (y edades) ideales para sus roles, como debería ser siempre. Las francesas Crebassa y Dreisig sobresalieron por su agilidad, elegancia y frescura; el ucraniano Volkov, por la belleza de su timbre. Este jueves los espectadores podrán comprobarlo en Cines Van Gogh, que proyectará ‘Così fan tutte’ a las 20:00 horas.

Solo faltaba un montaje a la altura, y Christof Loy no iba a defraudar. Premio Olivier en 2010 por su ‘Tristán e Isolda’ (Covent Garden) y Director del Año en 2017 para los International Opera Awards, el regista alemán tuvo que renunciar a su proyecto de ‘Boris Godunov’ –que se cayó de cartel debido a los recortes del festival– y, en pocas semanas, plantear un nuevo ‘Così’ con medios muy escasos. Para ello, recicló la aplaudida propuesta que había estrenado en Frankfurt en 2008. Moderna, minimalista, con decorados y vestuario en blanco y negro, convence por su dirección de actores: movimientos, gestos, emociones, todo resulta creíble, sin excesos.

La lectura agridulce de Loy pone de relieve la profundidad de una ópera que esconde más de lo que parece bajo la superficie de comedia ligera. El compositor culminó en 1790 su trilogía junto al libretista Lorenzo da Ponte, después de ‘Fígaro’ y ‘Don Giovanni’. Fue un encargo del emperador José II a partir de una anécdota: dos hombres apuestan sobre la fidelidad de sus prometidas. Wolfgang, que siempre discutía por celos con su mujer, vio la oportunidad de predicar un mensaje de comprensión.

Estrenada con éxito en Viena, durante el siglo XIX sufrió el ostracismo: románticos como Wagner la denostaron por inmoral y machista, pese a que critica ambos sexos. Por suerte, el siglo XX recuperó este retrato de la condición humana. Los versos de Da Ponte analizan lo impredecible de las emociones y la naturaleza frágil de la felicidad, mientras que la partitura funciona como un todo: cada nota está conectada con la anterior y la siguiente. La estructura es simétrica, de modo que cada escena del primer acto tiene su réplica en el segundo; por ejemplo, al inicio Don Alfonso defiende que la fidelidad es una mentira, y al comenzar el Acto II, Despina persuade a las dos hermanas de que sean infieles.

En su madurez a los 35 años, el autor de la ‘Serenata nocturna’ no solo desplegó su talento en las arias y abundantes conjuntos, sino en una orquesta asombrosa, que distingue los ambientes mediante combinaciones de timbres. El mejor resumen es el trío ‘Soave sia il vento’, uno de los más bellos jamás creados. Los dos hombres se alejan en barco; sus amadas los despiden. La orquesta, ondulante, imita las olas; el texto invoca la calma, y la armonía de las voces nos eleva.
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