"Cuando me presentan a alguien lo primero que miro son los zapatos"

El nombre de Ángel Martínez lleva ligado desde los años 30 del siglo pasado al de un modelo de negocio en León, el de las zapaterías, por el que siguen peleando

R. Álvarez
15/12/2022
 Actualizado a 15/12/2022
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Lleva tantos años calzando a los leoneses que Ángel Martínez asegura que a estas alturas podría conocer a una persona mirando simplemente cómo viste sus pies. «Cuando me presentan a alguien lo primero que miro son los zapatos», afirmó en Cope León. Junto a su hermana María Rosa lleva las riendas de un negocio que han mamado desde niños, que nació en los años 30 del siglo pasado y que recientemente se llevó el premio a la Tradición Comercial en la gala del 60 aniversario de la emisora leonesa. Este fue el motivo que lo sentó este miércoles frente a los micrófonos de la radio, donde durante unos minutos –en el programa Entre Nosotras, que se emite en colaboración con La Nueva Crónica– volvió a los orígenes, al trágico suceso que puso la primera de las zapaterías que regentaron, La Revoltosa, en manos de su padre, del que heredó su nombre y más tarde negocio. Hubo también tiempo para hablar sobre cómo ha cambiado la forma de trabajar en los últimos años, los gustos de los leoneses, sobre cómo lograron sortear la pandemia de Covid para poder seguir en pie y sobre cómo pelean, día a día, para mantener su esencia sin perder competitividad, manteniendo su pedacito de mercado.

La Revoltosa pertenecía al tío de su padre, Emilio Prieto, que en años «de muchas dificultades» luchó «para que los números rojos se volviesen blancos». Fue en este establecimiento en el que encontró la muerte. Un maquis entró a robar y «le descerrajó dos tiros», explicó Martínez. Su mujer tomó el mando entonces, pero «eran otros tiempos» y el negocio, que «estaba en precario», se le entregó finalmente al sobrino del matrimonio, a su padre Ángel Martínez, un niño entonces de 15 años «sin experiencia alguna» y que hasta ese momento se había limitado a «ayudar cuando podía en la tienda». «Lo primero que hicieron fue hacerle un hatillo, subirle a un tren y mandarle a Alicante a renegociar las deudas», aseguró. Y su lucha y esfuerzo desde entonces es el que les ha llevado hasta hoy. A tener alrededor de 15 tiendas abiertas, hasta seis al mismo tiempo y, ahora, a seguir ofreciendo su mejor servicio a los leoneses desde dos establecimientos: Ángel Martínez, en el número uno de la calle Burgo Nuevo y Tengo, en el 16 de Ordoño II.

Distinto trabajo y gustos

El modelo de negocio, la forma de trabajar desde los inicios a ahora es «muy diferente, muy distinta», resume. Él, que tiene 56 años y que a los 12 ya echaba una mano en las zapaterías, tuvo la oportunidad empezar con el modelo antiguo, que «ha cambiado totalmente» así como también lo ha hecho «la forma de comprar». Ahora tiene también tienda digital y página web, aunque reconoció que han sido de los últimos que se han «subido» al carro del uso de estas herramientas. «Ha sido después de la pandemia, aunque me hubiese venido muy bien hacerlo antes», afirmó, porque es consciente de que por mucho que él quiera resistirse «hay que adaptarse a los tiempos y la lucha no es fácil». Su apuesta y su diferenciación pasa, dijo, por ofrecer un trato «muy cercano, personalizado» y por «retorcerse» muchas veces la cabeza para buscar la oferta que otros no tienen, «a base de muchos viajes a Italia, de mucho ver y de mucho buscar información y proveedores para tener cosas exclusivas y también facilitando todo lo posible las cosas a nuestros clientes, porque poco más se puede hacer», advirtió.

Sobre todo en momentos de crisis y tras una pandemia, la del Covid-19, que hizo que lo pasaran «mal» pero de la que han conseguido salir, «sacar un poquito la cabeza de esta situación» y poner la vista en el futuro, en que el nombre de Ángel Martínez siga ligados por muchos años más en León al de un negocio, el de las zapaterías.
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