24/10/2021
 Actualizado a 24/10/2021
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Qué equivocado que está Pérez-Reverte al decir que el sistema educativo actual crea analfabetos sin criterio. Cuando él opina que el marco actual no permite la disensión ni las dudas la carcajada debe de aflorar en el rostro de esa infalible testigo que es la Historia porque ¡cómo sería hace los cincuenta y cinco años que han pasado desde la adolescencia de PR! El criterio se forma con múltiples estímulos y esfuerzos analíticos y los chavales de los primeros tienen como nunca y los segundos los harán cuando les brote esa tras otras pulsiones más acuciantes.

Lo que no sé si dice el cartagenero pero sería verosímil que lo hiciese (y aquí se celebraría su acierto, no vayan a pensar que en esta columna reina la arbitrariedad) es que, desde los medios de comunicación al menos y quizá desde algunos hogares también, se trata con demasiado remilgo a los jóvenes, tanto hablar de la precarización del mercado de trabajo y de la inaccesibilidad de la vivienda que les espera. Pobrecines. ¡Si supiesen que es la mismita canción que se escuchaba hace dos décadas! Ambos tiempos, seguro, mucho más benévolos con la persona en formación que aquellos de hace cincuenta y cinco. Y así, mientras el grueso de la chavalada va a rebufo como toda la vida, quienes hacen caso omiso de los miedos que se les trata de inducir despuntan rápido, lo cual es muy útil para llegar lejos, porque eso consume mucho tiempo y, como somos gente seria, los atajos del pelotazo no los tenemos en cartera.

Nadie debería creer que generar ideas innovadoras y desarrollarlas o liderar importantes instituciones es algo que van a dejar de hacer en el medio plazo los jovenzuelos de hoy, porque se equivocaría seriamente. (Casi) nadie al que le toque tomar el control va a abstenerse de hacerlo y en el ejercicio de este cobrará pericia. Quienes escojan un perfil de profesionales técnicos o funcionarios no ejecutivos (ahora que hay tanta oferta) seguro que se desempeñarán de modo tan fiable como exigente sea el proceso de acceso a esos puestos. O lo que es lo mismo, donde haya criba habrá calidad. No vale la criba basada en condiciones de examen como la que un colega mío creía que regía en una prueba a la que recientemente se presentó. Era un examen tipo test con cuatro opciones de respuesta por pregunta. Como las instrucciones decían que por cada tres errores se descontaría un acierto, él hacía cábalas pensando que si fallaba dos no le descontarían ninguno. Bonito criterio.
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