Cristóbal Halffter: "Lo que busqué es nunca perder nuestra dignidad"

El músico villafranquino recibe este jueves un homenaje de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando por su 90 cumpleaños. Será un concierto con un programa íntegro dedicado a él y dirigido por José Luis Temes

Fulgencio Fernández
03/12/2020
 Actualizado a 03/12/2020
La Real Academia homenajea al autor de la ópera ‘Don Quijote’ en su 90 aniversario.
La Real Academia homenajea al autor de la ópera ‘Don Quijote’ en su 90 aniversario.
Cristóbal Halffter, villafranquino al que nacieron en Madrid en 1930, es un personaje de titulares rotundos porque jamás esconde sus opiniones y, además, tiene las ideas muy claras. Sirvan de ejemplo alguno de los publicados en la vieja La Crónica: «En España no solo es importante no hacer nada, sino procurar que no lo haga nadie»;«si me fiara de los gustos dominantes mi obra sería de gran ramplonería»; «con lo que cuestan dos días de fuegos artificiales se hace el Festival de Órgano»; «nuestros políticos no son muy dados a la cultura» o, tal vez el más contundente, «la vida del músico en España es parecida a la del cerdo» (5-2-1997) que pide el añadido de las explicaciones que el compositor daba: «En este país el compositor vive en una pocilga, sucio, sin que nadie le acaricie ni le haga caso, pero una vez muerto se aprovecha todo de él, por eso acudo a ese dicho popular del cerdo». Y ponía como ejemplo de su afirmación los casos de Gerhard y Manuel de Falla, «que murieron en el exilio y ahora todos su apuntan tantos en su centenario».

Este villafranquino universal, uno de los más grandes de la música en la segundo mitad del siglo XX y el actual (junto a los Luis de Pablo, Tomás Marco, Antón García Abril o Carmelo Bernaola), recibe esta tarde un homenaje de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con un concierto dedicado integramente a su obra bajo la dirección  de José Luis Temes con la presencia de otro leonés, el chelista Adolfo Gutiérrez Arenas (hijo de Gutiérrez Viejo y la soprano Lola Arenas).

Un recorrido que viene  a ser un repaso de la obra, íntimamente ligada a su biografía, de Cristóbal Halffter, que como el mismo suele recordar «Nací en Madrid en 1930. Una generación a la que las guerras nos amargaron la niñez. Por mi origen alemán la embajada nos trasladó a Alemania y allí acudí a un colegio ‘nazi’ y me di cuenta que toda dictadura es un fracaso y toda verdad que se tiene que imponer por la fuerza deja de ser verdad. Es una enseñanza que jamás he olvidado, cuando me han querido imponer algo sé que algo está fallando».Recordaba el músico su origen hispano alemán —«el apellido Halffter proviene de Prusia, donde se dedicaban a la cría de caballos. Un Halffter inventó el bocado del caballo, que en alemán se llama halffter. Por parte de mi madre, los Jiménez Encina, provienen de un pueblo de Málaga llamado Monda, es decir, uno a cada lado de Europa, por eso me siento muy europeo, de todas sus culturas—. Al final de la guerra (en 1939) regresó a España, «un año terrible de postguerra» y acude a el Colegio Alemán pero  en 1945 se cerró «sin que ninguno de los estudios que había realizado me sirvieran para nada, no fueron reconocidos. Hice el Bachillerato español en dos años y me puse a estudiar en serio música con el gran maestro Conrado del Campo». Y ayudado, a su vez, por «la presencia fundamental de mis tíos Rodolfo y Ernesto. Enrique Franco me dio la oportunidad de hacer unos comentarios en Radio Nacional y me permitía tener unos pequeños ingresos. Como vivía con mis padres me arreglaba, dentro de la precariedad».Habló Halffter de Enrique Franco, un personaje fundamental en la música española de aquella época. Varios compositores y músicos que participaron en un documental de La 2 de TVE, ‘Los imprescindibles’, recordaban que «Enrique fue quien nos aglutinó. Éramos todos autónomos pero organizábamos conciertos juntos». Y ahí explica Cristóbal Halffter como «teníamos una especie de frente común contra el Gobierno de la dictadura para defendernos. Había que vivir y una fuente de ingresos fue el cine, hice mucha música para él, más de 30 películas, a veces me ruborizo cuando hablan de ellas pues algunas eran  muy malas».Explica Halffter cómo decidieron mantenerse en ese mundo bastante hostil para la música clásica —basta repasar algunos de los titulares citados al inicio del artículo— pero en el que querían aportar su particular forma de ver el mundo. «No podíamos ir en contra del dictador con las armas pues ni las teníamos ni las queríamos, éramos contrarios a todo tipo de violencia; y pensamos que lo que debíamos hacer era participar, sin perder nuestra dignidad y nuestra forma de pensar, y así ayudar a crear una España preparada para cuando llegara la Democracia».Recordaban cómo esta postura pacífica tampoco era muy bien entendida incluso por los más afines. «Eran los tiempos en en los que el icono era El Che Guevara, la revolución... y tampoco era lo nuestro».Unos años antes (1956) Cristóbal Halffter se había casado con la pianista villafranquina Marita Caro y comienzan a pasar largas temporadas en el Bierzo. En una entrevista conjunta Caro bromea, o no tanto. «Por mi parte fue una insensatez casarme contigo pues la mujer de un compositor lleva una vida muy dura; tienes que vivir en la precariedad, sabiendo que lo que hace tu marido es muy importante y tu le tienes que ayudar. La vida del compositor es en soledad y eso para el acompañante es muy duro».

Esa postura de mantenerse en España sin perder la dignidad la hace realidad Halffter a través de sus obras vanguardistas. Así en 1968 compone su Cantata Yes, speak out, la llamada 'Cantata de los Derechos Humanos'. «Fue muy importante para mí. La ONU celebraba el XX  aniversario de la declaración de los Derechos Humanos  y le pidió un texto a Norman Corwin, quien les dijo que sí, siempre que la haga Cristóbal Halffter. Fue muy importante; estrenada en pleno estado de excepción, en el Teatro Real. Fue un escándalo, la gente salía bramando. Había más coches de grises que espectadores».  

Muy emotivo y valiente fue el siguiente paso en esta apuesta por la dignidad, fue su ‘Gaudium et Spes Beunza’ (Alegría y esperanza), de 1973. Un homenaje al primer objetor de conciencia en España. «José Benuza  leyó un texto pacifista ante el tribunal que le juzgaba. Me impresionó y pensé ‘si existen personas como Beunza podemos tener esperanza de que las cosas pueden cambiar. No era fácil, cuando él dijo que era objetor uno de los parlamentarios de las Cortes franquistas dijo: No hay problema, se hace una ley para los objetores de conciencia y se les fusila». Y recordaba el propio Benuza emocionado cómo un día le escribió su padre, a el Sahara donde le habían destinado, y le contó que Halffter quería componer esa obra. «La obra cayó mal en España pero yo quedé muy tranquilo pues sabía que lo debía hacer».  

Otro paso en esa misma dirección de apuestas valientes llegó ya en 1975. De alguna manera Halffter reconoce que se tomó una especie de revancha al componer ‘Elegía a la muerte de tres poetas españoles’, dedicada a Lorca, Hernández y Machado. «En 1974 había sdido el Centenario de Antonio Machado y quisimos hacerle un homenaje, pero fue imposible. Entonces dije pues voy a hacer tres, a tres poetas fundamentales en nuestra literatura y en la litertura universal que habían  muerto en tan solo seis años en el exilio, en la cárcel y asesinado. Recuerdo que se estrenó en 1976 en el Festival de Granada, con muchísimo escándalo».

En 1985 recibió el encargo de Rostropovich del ‘Concierto para violonchelo’ y tres años más tarde «paga una larga deuda» con su ‘Concierto de piano y orquesta’, «dedicado a mi mujer Marita, por todos sus esfuerzos y renuncias».

Y en el 2000, con 70 años, llega su primera ópera, 'Don Quijote', un acontecimiento y, nuevamente, Halffter en la vanguardia: «Queríamos algo espectacular, muy grande. El libro como elemento de cultura, recordando como Cervantes, en un momento de crisis, no sabe qué hacer y ahí surge la locura. Y con la emoción añadida de ver dirigiendo a mi hijo Pedro». Explica cómo  «en el final todo va desapareciendo y queda solo una campana rota: Mientras quede una campana rota aún hay esperanza, de que no triunfe la vulgaridad, que triunfe la música, aunque sea de una campana rota».

Hoy sonará la música. En su honor.
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