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Crimen gordo, gordo, gordo

05/09/2022
 Actualizado a 05/09/2022
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Cada cual tiene sus obsesiones alimenticias. Si el roscón de reyes es para mí la dovela que sostiene la entrada a los manjares navideños, para mi padre el verano gravita en torno a las sandías. Mi padre no toca las sandías para ver si están buenas, les hace una ecografía con la palma de la mano, las ausculta, lee sus rayas como si fueran un electrocardiograma, determina su nivel de azúcar por el color de su corteza, interpreta su glabra superficie como si estuviera en la Nasa estudiando los cráteres de un planeta recién descubierto, no las eleva como si se las ofreciera a Ceres, sino que estima su densidad óptima en función de su procedencia y la fecha de la cosecha. He visto sandías estremecerse y echar a rodar por la frutería en cuanto traspasa la puerta del local. Algunas se abren como si les hubiera caído un rayo. Se les agitan las pepitas como a las maracas de Machín y yo creo que llegan a sudar ante la intensa atención que reciben. Y el tendero, también de los nervios ante la inevitable crítica, porque mi padre ve en la carne de las sandías los designios ocultos de la calidad del agua y la salinidad del terreno que las ha visto crecer. He llegado a pensar que metaboliza ese jugo encarnado como la sangre que perpetúa al vampiro. Qué contraste entre la expresión al salir de la tienda o del surco con la sandía bajo el brazo como si llevara una pelota nueva para jugar en la plaza y el gesto perdido en los cachitos de corteza que van cayendo al plato, cortados lentamente con el cuchillo para feliz y nutritivo pasto de las gallinas.

Hace semanas me dio una terrible noticia, que me hizo ponerme en lo peor. Temí que le asaltaran esas fuerzas indescifrables que lo poseen en presencia de las ‘Citrullus lanatus’ y que dejara todo en su vida para emprender una cacería de las que llegan a Hollywood. No ha pasado nada y ha soportado en silencio ese profundo dolor, pero el destino no dejará impune el terrible crimen de haber hurtado la primera sandía de la huerta de casa.
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