miguel-soto.jpg

Crecimiento personal

23/08/2020
 Actualizado a 23/08/2020
Guardar
Hay una serie muy interesante (en no sé qué plataforma, tiro del torrente para esta y alguna otra) con su triangulito y sus tensiones resueltas y no resueltas, cuya quinta temporada se quedó a medias por culpa de la pandemia. Se llama ‘Billions’ y la protagonizan dos personajes masculinos y uno femenino. Son un agresivo inversor neoyorquino, el brillante fiscal del estado y la psicóloga de la empresa del primero que a la vez es esposa del segundo.

El hombre de leyes persigue obsesivamente al hombre del dinero mientras la mujer del diván aconseja a este cómo afrontar nuevos retos y a aquel le cauteriza heriditas del ego. La serie, que puede resultar pastosa en algunos momentos por sus diálogos desanclados de la acción, va de eso, de crecimiento personal.

No se trata de alucinaciones de gurús (aunque algún viajazo caiga) sino de que cuando los personajes ven la luz con indudable forma de túnel hay quien les ayuda a ver un poco más, hasta conseguir incluso el gran angular. Con herramientas para ello. No acuden a la psicóloga cuando ya les escuece tanto que les abrasa, sino cuando les empieza a picar un poco. Ellos, con sus traumas, sus limitaciones y sus sesgos, pueden así relativizarlos y explotar sus capacidades al máximo, pueden llevar a cabo un crecimiento personal.

Eso que sucede en la serie, puede parecer verosímil solo en un entorno laboral sofisticado y de alto rendimiento, pero quizá no tanto para la gente de a pie como nosotros. Pues qué va, qué va. Está en manos de cualquiera dar un salto. Lo sabemos. Muchos a nuestro alrededor lo han dado, grande o pequeño, sin estos guías. Pues con ellos, se pierde menos el tiempo y se yerra menos el tiro. Cualquiera ha tratado con profesionales parecidos, como el pedagogo del cole, el orientador laboral del sindicato o los psicólogos de las mutuas.

Reconozco que si llego a leer hace un tiempo una opinión semejante a la que estoy revelando, me hubiese cachondeado un pelín. Me hubiese parecido una ida de olla sin fundamento. Creía que todo era cuestión de suerte, talento y trabajo duro. Pero mira por dónde que ya no soy el mismo y ahora creo que a esa tríada hay que añadir una cierta disposición mental y emocional y que hay profesionales que pueden ayudarnos a encontrarla. Todo un descubrimiento. Agárrense los machos que a la vuelta de vacaciones igual hasta me planteo ponerme en manos de uno.
Lo más leído