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Cosas siniestras que ocurren en el confinamiento

29/05/2020
 Actualizado a 29/05/2020
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Cuando llegamos, estaban las puertas abiertas hasta atrás, bajamos del coche con el alma en vilo. Desde la última vez que habíamos estado ahí en Navidad, la hierba había crecido, los rosales trepadores, florecido, el ciruelo y el manzano, alcanzado una frondosidad increíble. Pero no había nada hermoso ahí, en esa naturaleza comiéndose la casa, más bien una voracidad melancólica: en un par de años los árboles y la maleza se la habrían tragado. Nos habían avisado de que alguien iba a dormir al chalé que tenemos junto a Valdesandinas. Ahí está la antigua granja familiar, la majada de ovejas, el pajar, la casa del pastor y el chalé con porche donde hemos pasado tantas tardes de la infancia. Llamamos a la Guardia Civil, estábamos aún en fase cero, no se podía uno desplazar por la provincia. La Guardia Civil ya lo sabía. «Ah, sí, es un chaval del pueblo con su novia, su madre lo echó de casa, es nieto del maestro», dijeron.

Entramos en filia india por el prao, Martín correteando detrás. Yo: «Hijo, a la casa no entres, por favor, no toques nada». Llevábamos guantes, mascarillas, cubos, lejía, una caja de herramientas y varios candados. El espectáculo era desolador. Y ese hedor, agrio, daban ganas de vomitar. Como si hubiera pasado una horda salvaje por allí. Había un colchón y una manta mugrientos. Los cristales de las ventanas rotos, los cristales del aparador rotos, habían sacado todos los platos y vasos y los habían estampado contra el suelo, contra las paredes. Un reguero de un liquidillo amarillento. Compresas sucias, ropa manchada de sangre. Un caldero lleno de algo que parecía orina. Estuvimos cuatro horas para limpiarlo y desinfectarlo todo, arreglamos la cerradura, pusimos cadenas y candados. Sacamos diez bolsas de basura.

Sentí cómo si hubieran profanado algo muy íntimo de mi vida, de mis recuerdos. Y a la vez mucha rabia. ¿No podía la Guardia Civil haber hecho algo en vez de estar persiguiendo a madres que se retrasan con sus hijos en los horarios absurdos de la desescalada? Todo el pueblo lo sabía. ¿No podían haberle dicho al chaval, oye, que eso es propiedad privada, de una persona de este pueblo, que estás haciendo? Sobre el chaval y su novia. ¿Cómo una madre echa a su hijo de casa? ¿Cómo a ese hijo, que tiene 20 años, lo único que se le ocurre es colarse en propiedad ajena y romper todo lo que encuentra? Y dormir entre la mierda, eso también. ¿Era capaz de acostarse ahí con su novia? Y su novia, ¿dejar la ropa sucia, los desechos por doquier? ¿Qué tipo de persona son? ¿Ellos, su madre, el resto? ¿Son preguntas de escritora?
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