Corro de Villanueva del Condado: 'Se enfadaron los patronos’

El veterano Javi Oblanca gana su primer corro junto a Víctor y Clemente, que se tomaron revancha, y Bulnes, un líder sólido

Fulgencio Fernández
25/07/2016
 Actualizado a 01/09/2019
Un instante del corro de Vegas. | FRAN SABUGO
Un instante del corro de Vegas. | FRAN SABUGO
El corro arrancó con un minuto de silencio, por Daniel Cerezal, Danielón de Corcos. No había entre los luchadores inscritos ayer ningún Cerezal pero en el recuerdo de los aficionados no se puede haber borrado el recuerdo de la larga lista de hermanos Cerezal, de Corcos, fuertes como ya no quedan y unos tipos singulares como pocos; y alguno de ellos, como el que lleva el nombre del ahora fallecido, capaz de entregar todo el corro por el placer de dar una mediana de las de verdad, hasta los cables, lo que le sirvió para ganarse el apodo de ‘El Rey de la Mediana’.

Si queda un luchador con el espíritu Cerezal, capaz de sacrificarlo todo por una bella maña, ése es Adrián García, Gasi el de Marne, que ayer se apuntó por Valduvieco para agradecer «la buena comida que nos preparó la abuela». Y se metió en la final de medios otra vez el de Marne. Y aunque la perdió con Víctor Llamazares sí le dio una maña de aquellas que hacían a los Cerezal levantarse orgullosos aunque perdieran el corro. Gasi se levantó con esa sonrisa suya, socarrona, al biés, después de un saque a vueltas que aguantó el de Valderrueda pero al posarlo enganchó una cadrilada que arrancó el mayor aplauso de la tarde.

Y remató Gasi el «homenaje al espíritu Cerezal» al más puso estilo Cerezal, perdiendo el combate, con uno de esos suicidios típicos suyos, yendo a buscar a Víctor Llamazares «sin protección», algo que se paga muy caro. Es más, en una de las caídas un aficionado que entiende bromeó:«Víctor se dejó querer y Gasi picó».
Otro detalle final de Gasi que es una alegría compartida en la lucha, el abrazo con quien le entregaba el premio, el ex presidente Antonio Verduras, que allí estaba, donde tiene que estar, disfrutando de la lucha y los amigos en medio de su batalla por la salud.

¡Cómo está la patronal!

«¡Cómo está el patrón!» gritaron desde la grada cuando el veterano Javier Oblanca sumó la última caída de la final, ante el jovencísimo Adrián Fierro, con la que se apuntaba el primer corro de esta temporada y se aseguraba otro año más con victorias ¿Y van?

Luis Seco, el mismo que gritó «¡cómo está el patrón!» rectificó o matizó al ver cómo ganó Clemente: «¡Cómo está la patronal!».

Y es que en el corro de Villaquilambre prendió la idea de una revolución joven con la victoria de Rubo y, sobre todo, la de Tomasuco, impresionante, sobre Clemente.
Se cuenta que no es buen negocio luchar con Moisés (ayer ausente) después de que pierda un corro; pero sin que él lo comente yo les aseguro que tampoco es buen negocio luchar contra Clemente después de que pierda un corro, y añadiría, es peor negocio luchar contra él si eres quien le derrotó.

Ayer se metieron en la final los mismos protagonistas de Villaquilambre (Tomasuco y Clemente El Junco). Hubo gente que fue a Villanueva para ver este combate. La forma de la victoria de Tomás animó la hoguera.

¿Qué pasó? Ya se lo he dicho, no es tarea fácil todavía ganar a Clemente dos días seguidos, por más que él tire de tópicos y diga esas cosas de «son jóvenes y muy buenos», «yo ya tengo una edad»... Sí, vale. Y les digo otra cosa, a Clemente le motivan muchas cosas, y una de ellas es que esté en la grada su amigo Juanín, el jugador de balonmano. Y ayer estaba (y estuvo cerca de los Cabero).

Así las cosas les cuento la final en menos tiempo que duró. Una caída para Clemente en 8 segundos, medía más en 11 segundos y otra más en 9 segundos. Se acabó. ¿Habla mal esto de Tomasuco?Ni mucho menos, es un guaje y ayer impresionó en dos combates previos con Sansón y Rodri, ¡casi nada! Pero le esperaba Clemente.

Bulnes, no era una anécdota


En medios, ya se dijo, no apareció Moisés y las miradas se posaron en Rubo y Víctor Llamazares... Se vieron en la semifinal y como ocurriera en semipesados «la patronal» se tomó la revancha. Apareció el Víctor más rocoso y eficaz y no le dio ninguna opción a ningún rival de la tarde, aunque Gasi le arrancara esa caída ya citada que también pagaba el viaje.

Roberto Bulnes se afianza en el liderato de pesados y Clemente y Tomasín serán el gran aliciente de la Liga Es curiosa la evolución de pesados. Sin pesados/pesados, aparece un Roberto Rodríguez Bulnes que viene de dar la cara en todas las categorías en condiciones adversas, un Caberín que trata de adaptarse a la realidad de pesar alrededor de 100 kilos o un Víctor J. Hernández que es de esos que llega a la grada con su lucha de potencia y esos comentarios ‘realistas’:«Tengo fuerza para regalar pero de clase y mañas tendría que comprar algo».

Caberín y Bulnes se vieron en semifinales y se llevó el gato al agua el de Riaño, que dio una trabajada entera y supo aguantar.

Fue bonita la final, de Bulnes con Víctor J., que se metió en ella después de ganar a un Jesús Quiñones que suma casi todos los días. Empataron a caída y media, Víctor J. se mancó en una mano porque es duro como una peña y su niño insistía en que «luchara papá». El paisano sonrió y luchó. Estaban a caída. Víctor se soltó para agarrar a la mano buena y Bulnes se soltó para que agarrara a la mala. Estaban a caída y media y Bulnes remató. Ya no es una sorpresa que sea líder.


Oblanca, como los que admira

Y acabamos por dónde deberíamos haber empezado, por Javier Oblanca, el verdadero patrón de ligeros, que ayer sumó un corro más. Puerta grande, por favor.
Lo hizo como hace él. Parece que después de cada caída se muere, se levanta como si le costara, sonríe y se queja en el mismo gesto. Y sigue. Yda una lección en cada combate. Ante Ibán esperó y esperó hasta el no va más. Llegaron al final a ceros, fueron a la caída de oro y en ella concentró todas las fuerzas que le restaban pues sabía que allí podía estar el corro. Y lo estuvo.

Irrepetible el veterano Javier Oblanca que sumó un nuevo corro aplicando a cada rival ‘distinta’ medicina Le quedaban dos jóvenes de mucha calidad, Filín y Adrián Fierro. Surgió el Javi Oblanca que, además de parecer que muere en cada caída, nunca olvida lo que le enseñó en su día el luchador al que más admira, Cayo de Celis, tanto que entre los recuerdos más agradables de su carrera está haberse agarrado con él entrenando y haberle escuchado cuando le explica que «hay una medicina para cada enfermo y una maña para cada rival».

Las encontró y se las aplicó. Al largo Filín por abajo y al potente Fierro esperando a que su valentía le traicionara. Yencontró lo que buscaba, tanto que después de la última caída, cuando parecía que le costaba levantarse en el gesto de su cara había borrado uno de los componentes, estaba la sonrisa pero ya no el dolor, aunque le costó trabajo levantar al rival, ya lo había dado todo donde debía.

¡Qué tío este Oblanca!

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