Corro de Villafañe: 'Tomasuco también está hecho de Roca'

El de La Vecilla gana con suficiencia el complicado semipesados pese a resentirse de la lesión y se lleva el corro con Víctor y La Roca

Fulgencio Fernández
21/07/2019
 Actualizado a 19/09/2019
La categoría de semipesados se presenta como la más competida y con más aspirantes a llevarse el corro. | MAURICIO PEÑA
La categoría de semipesados se presenta como la más competida y con más aspirantes a llevarse el corro. | MAURICIO PEÑA
En la lucha hay leyendas urbanas que corren por los asientos y que todos damos por buenas. Una de ellas es que «no es buen negocio» enfrentarse a Moisés Vega, La Roca, al día siguiente de una derrota.

Y este sábado, al ver luchar a Tomasuco, que el pasado domingo cayó ante Rubo, fueron muchos los que aseguraron que «Tomasín también está hecho de Roca», en otras palabras, que no es buen negocio medirse a él después de que haya perdido. Lo experimentaron en carne propia los rivales de ayer en este semipesados que tanto ilusiona, que no fueron fáciles: Primero Liquete, después Rodri Fuentes y en la final quien le había ganado el último día, Rubo. Le trabó dos veces el de Valdorria, la falseó con calidad el nieto de Uco de La Vecilla y se llevó el corro al estilo Roca, pese a que un par de veces tuvo que acudir a los servicios médicos porque se resentía de una lesión en las costillas que le preocupa, sobre todo si no está curada en ese agosto con mucho menos descanso. De momento, la cara con la que marchaba no delataba más que la felicidad de la tarde realizada.

Víctor sigue mostrando la misma suficiencia que el año pasado le mantuvo invicto durante meses Y si Tomasuco estuvo en Roca, ¿qué hizo La Roca? Pues estar en sí mismo, rocoso y duro. Nada nuevo. Había ilusión con la aparición en medios de luchadores que la generan, El Ingeniero Sergio, un chaval de una calidad tremenda y que siempre hace cosas interesantes; de nuevo estaba Gasi, Curro Romero en pantalón corto y Flechina, el judoka, que siempre arrastra su leyenda de irreductible. Añade a los que ya estaban: Adri —del que todos dicen que está muy fuerte—, Diego Arce —que dice sentirse muy fuerte—, Lixer —que no hay más que verlo para saber que está fuerte— y ya tienes una categoría muy apañada, interesante.

Pasó un poco de todo. Sergio no quería ser una anécdota y tiró a Lixer para caer ante Arce, que también tiró a Adri y sólo dobló la espalda ante Moisés. Otro veterano para enmarcar.

Reaparecieron ‘Flechina’ y Sergio, compareció nuevamente Gasi pero nadie pudo con Moisés Cuando la mesa llamó a Moisés y Flechina se frotaban las manos los aficionados. No se equivocaban, hubo tensióny el judoka quedó en el camino a causa de las pasividades.

Ligeros es hoy la categoría más previsible. Y Víctor Llamazares no falló, Busi, su rival en la final, sigue sin creerse que le puede hacer daño y a veces se duda si se atreve a intentarlo.

La cara de ligeros para dos chavales que ya se asoman entre los mejores: Florian y Cerezal II, Rubén. Mucha raza y a ver si animan el futuro.

Morín I, de Urgencias a la final y desde allí al liderato de pesados


Hay luchadores hechos para hacer cosas ‘diferentes’, uno de ellos es Roberto Andrés Moro, ‘El Morín’ de Riaño, un tipo diferente, luchador a la vieja usanza, imprevisible, capaz de todo, como de decir nada más clasificarse para la final: «Hasta aquí llegué, no la lucha». Y mira que su rival en ella, Abel Isaí Cabero, Caberín de Valdearcos, le pedía que luchara: «Descansa, y vamos». El de Riaño le dice que no.

Y ya era campeón de pesados del corro de Villafañe Caberín, que regresa a la senda de las victorias, un camino que conoce muy bien. Quería ganar en el corro, seguramente tenía una ilusión especial por dedicar el corro al cielo pues fue aquí, en Villafañe, hace tres años cuando él y su hermano Sansón regresaron para honrar a su padre, trágicamente muerto tan solo unos días antes.

El veterano luchador de Riaño se mete en la final, lo que le convierte en líder, pero no la puede luchar y se lleva el corro el otro finalista, Abel ‘Caberín’ Pero Morín no podía más. Ya había dejado en el camino a luchadores como el otro veteranísimo, El Tigre Acosta (91 años en el corro) y al complicado Jesús Quiñones, bastante gris este año y que llegaba al corro con buenas intenciones: «A ver si despierto, que este año no me centro». Despertó, a medias, se metió en semifinales, cayó ante Morín y, para más mala suerte, se lesionó en la última caída, un rodillín muy de Morín.

Volvamos al finalista, El Morín de Riaño, 46 años, casi treinta desde que debutó... Ya se había ido y decidió regresar. Teme y espera el día de agarrarse con su hijo, Morín II, David, un juvenil que ya vela sus primeras armas en senior.

- ¿Qué vas a hacer cuándo te toque?

Y Morín mira para el chaval, sonríe y le da un beso en la cabeza. Si fuera en la final de un corro... os lo digo yo, gana el chaval, pero aún queda trecho.

El de Riaño tuvo que ir a Urgencias por la mañana, vomitó varias veces antes de luchar y entró en la final Morín llegó a el corro por esa voluntad de hierro cuando tiene un objetivo a la vista. Y el de ayer era el liderato pues Cristian no pudo acudir por su trabajo de socorrista.

«Me encontré muy mal trabajando, con un revoltijo en el estómago que no me aguantaba. Por la mañana fui a urgencias y aquí, antes de entrar al corro vomité cuatro veces... ya no podía más, la final era imposible». Y así se lo dijo a la mesa mientras se interesaba por qué le había ocurrido a Jesús Quiñones, que se lesionó precisamente contra él y, por ello, tampoco se disputó la tercera plaza. Un final extraño para una tarde de gesta.
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