Corro de Las Manzanedas: 'Tomasuco tumba la puerta de las leyendas'

El de La Vecilla subió a pesados y ganó ofreciendo un gran espectáculo de garra el día de la solidaridad de la lucha con Vestas

Fulgencio Fernández
17/09/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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En el corro de la Romería de las Manzanedas hay un clima especial, se sabe que van a ocurrir cosas. Siempre es un lunes propicio para todo, se hace historia allí. Así, a bote pronto, un día estuvieron Rambo y Óscar luchando una hora la final y se cambió la normativa para que no volviera a ocurrir; allí ganaron su primer corro muchos luchadores pese a ser al final de la temporada, por ejemplo Aitor el de Lillo y, sobre todo, Omar Liquete, en semipesados en 2011. ¿Porqué sobre todo? Porque el del Ferral también ganó allí ayer su primera Liga,muy esperada, a sus 29 años y tras una larga andadura.

Allí, en Manzaneda, se escribieron muchas páginas que ya forman parte de la historia. Por ejemplo, allí subió por primera vez a pesados Clemente El Junco pues ya tenía ganada la Liga en semipesados... y ganó el corro en pesados, y con el tiempo ganaría la Liga en pesados. Allí regresaba de largas ausencias El Faraón y allí se retiró definitivamente.

Víctor sumó otro corro; Adri derrotó a Moisés en la final y también Rubo ganó en un peso superior, ‘semi’ Y allí, a la sombra del Santuario donde nacieron los Trapiello, este lunes ocurrieron muchas cosas: además de lo de Liquete; Adri dio la sorpresa ganando a Moisés La Roca, pero sólo era el principio pues pocos minutos después Rubo saltó de medios a semipesados y ganó el corro de manera inapelable, pero sobre todo, muchos tuvimos la sensación de que alguien tiraba la puerta de las leyendas y se metía directamente en el salón de la fama de la lucha. Se llama Tomás González, es de La Vecilla, nieto de Uco, lleva en la lucha desde que le salieron los dientes, tiene cara de niño y gestos de paisano serio, algún grano nos hace pensar que le cuesta trabajo abandonar la juventud extrema y lucha como lo hicieron los mejores de todos los tiempos. Ayer, a muchos nos recordó que hace muchos años Clemente llegó y se apuntó en pesados... abriendo la puerta a uno de los palmarés más impresionantes, con campeonatos de Liga en los cuatro pesos. Sólo él lo ha hecho ¿De momento?

Me lo pregunto porque este lunes Tomasín llegó y ni pasó por la báscula a mirar para entrar en semipesados, se sentó en la grada, consciente de que venía a luchar en el peso máximo. Al ladoestaba Rubo: «Yo hoy para arriba, a pesados», le dijo.

- Yo también, a semis; dijo el de Valdorria.
Cuando ya iba a luchar le pregunta el presidente Rivero.
- ¿A hacer historia?
- A ver qué sale; dice con esa seriedad que en nada nos hace recordar al niño travieso que gritaba animando a su hermano David y era un tormento luchando en base.

Tanto Rubo como Tomasuco ganaron el corro en un peso sueperior con una lucha valiente, vibrante y atractiva  ¿A ver qué sale? Salió una tarde para enmarcar, de lucha grande. Y no lo tuvo nada fácil con los sorteos: Primero conJesús El Nuevo Quiñones; después con la otra sensación del año, Cristian; en semifinales con un Víctor J. que le saca casi 40 kilos; y en la final con el campeón de Liga, más obstáculos no le pudieron poner... y los alto todos con limpieza, aplicando a cada rival una medicina y Víctor J. ya sabe lo que es agarrarse con un rival que le pelea el pecho como siempre se hizo, sin concesiones.
Nada más verlo aplicar lucha y garra recordé el diagnóstico de un sabio de este deporte, el ex luchador de Matadeón Nacho, que dice: «Ahora Tomasuco lucha mejor pero me gusta menos, me encantaba aquel de rompe y rasga de sus inicios».

«Aquel» fue el que volvió este lunes. Nada tenía que perder y nada más que pitaba el árbitro parecía que tuviera miedo que se acabara el mundo... y eso que ayer no tenía que marchar. Cómo gozaron los aficionados en los pocos segundos que duraban sus combates, con excepción del de Víctor J. al que movía hasta poder meterle unos golpes de cadera fulminantes.

Marchaba el abuelo Uco y no encontraba el coche. La emoción de saber que El Niño había abierto la puerta de las leyendas.

Otro nieto, el joven Cesáreo que hoy cumple 22 años, buscaba al abuelo para regalarle la camiseta de su tercera posición. «No hay mejor regalo para mí», decía el chaval que va creciendo poco a poco y apunta a más.

Pero feliz, incapaz de estar quieto, era el campeón de la regularidad que ayer lo logró, los milagros de las Manzanedas: Omar Liquete, La Tanqueta de El Ferral, campeón a los 29 años. Nunca olvidará este corro, allí ganó en 2011 en semis, allí logró el derecho a poner en su tarjeta: «Campeón de Liga 2018. Pesados». Si esto se llama regularidad, Liquete también. Si la lucha tienen deudas, una era con este chaval que le saca a su cuerpo mucho más de lo que tiene.

Pero pasaron más cosas este lunes. Como le corresponde a este corro. No se puede apuntar en el apartado de sucedidos que Víctor Llamazares ganara en ligeros, es la rutina. Pero sí las cosas que hizo El Halconero de Arcahueja. Los fotógrafos siempre le buscan porque siempre da buenas fotos y es que parece imposible que con menos de 60 kilos tenga días como el de este lunes, de sacar, trancar, falsear... y levantarse con una cara de paisano de La Sobarriba que dice «ahí queda eso».

Y ahí quedó. Qué tipo El Halconero, tan imprevisible dentro como fuera del corro.

El más feliz volvió a ser Liquete, que se llevó su primera Liga en el mismo lugar que su primer corro Milagros de Santuario. Teje defendía con absoluta seriedad que estaba fastidiado de la rodilla, que no pensaba ir a luchar, pero trabajando en las obras por la mañana, de repente, «sentí un chasquido y la rodilla se estabilizó, me quedó bien». Pues bueno.

Moisés le miraba como preguntando «¿cómo se hace?» pues, reconocía, «estoy fastidiado de las costillas pero como después hay veinte días sin lucha pues voy a arriesgar». Y Chus El Nuevo Quiñones ‘apuntaba’ la disculpa: «Lo diré en casa a ver qué pasa pues la paisana no me dejaba venir».

En ello andaban cuando llegó el momento duro de la tarde, la lesión real. Sonó en el corro la rodilla del joven Agustín Alvarado, que quedó doliéndose en el suelo y Moisés dijo: «Está fastidiado porque éste cuando se queja es por algo».

Fue el minuto triste, pero hubo otros muchos momentos llenos de anécdotas y mucho más. Como cuando Adri se llevó la final de medios. La venía buscando, ya le había dado un sobaquillo a Moisés y ayer medio lo repitió en una caída incompleta, extraña, que los árbitros discutieron un rato, casi pidieron el VAR. Se la dieron a Adri, que sigue creciendo, que todavía es un casi niño.

Lo de Rubo ya está contado. Fue un Tomasuco. También subió, también fue a por todas, también ganó... Lo dejó claro desde el primer combate cuando arroyó a Pedro Alvarado y repitió sistema en semifinales ante un Albertuco que miraba como diciendo, «hoy que no está mi hermano... aparece este otro».

Tampoco tuvo Ruboproblemas en la final con Iván Villadangos, que no se acababa de creer que en su segundo corro ya se metía en la final...

Pasaron mil cosas más. Víctor se mosqueó en el agarre con Tomasuco para acabar el combate abrazando al de La Vecilla y cuando abandonaba el corro cabizbajo aparece su primer fan, su hijo Víctor, que le dice «muy bien papá» y se funden en un abrazo largo, que la grada premia con una ovación que deja claro que el corro de Manzaneda es otra historia.

Seguramente por eso fue el corro que la lucha leonesa le quiso ofrecer como muestra de solidaridad a los trabajadores de Vestas, como diciendo «suertede nuestra lucha para vuestra lucha que también precisa de milagros como los que hace el Santuario de Manzaneda».
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