Corro de la Romería de las Manzanedas: "Si lo dejó Contador..."

Ibán ‘El Guerrerín’ gana el corro y con él su séptima Liga en ligeros y anuncia que después de este año lo deja, a los 36 años

Fulgencio Fernández
19/09/2017
 Actualizado a 16/09/2019
Cuando Ibán Sánchez se midió en la final a Mario del Blanco ya era nuevo campeón de Liga de ligeros. | DANIEL MARTÍN
Cuando Ibán Sánchez se midió en la final a Mario del Blanco ya era nuevo campeón de Liga de ligeros. | DANIEL MARTÍN
Nada más empezar el corro de Manzaneda, en ligeros, Mario del Blanco derrotó a un Javier Oblanca al que tantas batallas comienzan a pasar factura. Esta victoria allanaba mucho más el camino para ganar una nueva Liga a Ibán Sánchez, El Guerrerín de Barrillos. Le bastaba con meterse en semifinales para sumar un nuevo título.

A las seis menos cuarto comienza Ibán su combate con Dani del Blanco, si gana ya es campeón y aunque se adelantó el de Taranilla con media caía su respuesta fue fulminante: entera, media y entera seguidas. Ya era campeón. Ni un gesto. Nadie lo avisó tampoco, a la lucha parece que no le gusta engrandecer a los que engrandecen la lucha.

Él fue a su silla, aún restaban dos combates para redondear la tarde con la victoria. Y los ganó. A Busi le hizo un tranque a las dos piernas para que no olvide quién es el maestro y quién el alumno y en la final a Mario del Blanco no le dio ninguna opción.

Batalla y guerra para El Guerrerín de Barrillos. Tampoco hizo ni un gesto más allá de que lo levantara su rival. Nadie le mandó quedarse en el centro para recibir el homenaje que merece, como no se le hizo a Tomas y Caberín antes o a Moisés pocos minutos después.

Y no era tontería lo que acababa de lograr Ibán Sánchez, El Guerrerín, natural de Barrillos, 36 años, nieto de Mariano, el luchador y de Fleta, el paisano; sobrino de El Guerrero, incluso su padre Marco se agarró al cinto:era la séptima Liga, en ligeros. Ya habita en el selecto club de los que han hecho historia en la lucha leonesa.

- ¿Y ahora?
- Ahora para el fisio, que estoy muerto, y después habrá que tomar unas cervezas para celebrarlo.
- ¿Te ha hecho ilusión, porque no has esbozado ni una sonrisa?
- Mucha. Créeme, mucha, por circunstancias personales, porque ya fue una Liga muy medida, en la que me tuve que dosificar para llegar al final... y porque ya es la última.
- No puede ser.
- Tiene que ser. Lo explica bien mi padre: «Si lo dejó Contador... ¿porqué no lo puedes dejar tú».

Le duele. Lleva la lucha en la sangre. Vive con ella desde que siendo casi un niño se debatía en su casa si la raza le venía de un abuelo u otro; desde que ganó su primera Liga, desde los años en blanco de títulos más volcado en los estudios para saber volver... Desde las mil lecciones de paisano que ha sabido dar este luchador que jamás ha tenido un mal gesto y cuando lo amagó –el año pasado en lo de apretar el cinto con El Míster– lo primero que dijo al corro siguiente fue «me equivoqué, cada uno lucha con sus armas».

Perderá mucho la lucha cuando se vaya, pero se pierde mucho más con la ausencia del paisano, incluso la grada si El Fleta va a menos corros porque son impagables sus cosas.

Y de uno que está en la puerta de salida a otro que acaba de derribar la puerta de entrada: Tomasuco el de La Vecilla, ya campeón de su primera Liga. Sólo cinco luchadores se presentaron ayer en esta categoría (¡cómo se echa de menos a los de Alija! y ayer Guti se fue a pesados por 300 gramos) y nuevamente la final fue la esperada:Tomasuco frente a Rodri. Es verdad que muchas veces este combate «paga el tiro» de ver semipesados y ayer no defraudaron. Se adelantó Rodri con una entera que hablaba de la posibilidad de la «tarde Perla» pero Tomasuco reaccionó como tantas veces y arrasó hasta con los agujeros de la pradera.

Y no se iba a la gente. La afición disfruta en este corro.

Moisés, cuatro años seguidos desesperando a sus rivales


Avanza la tarde. Las nubes ya no amenazan. Las gradas tienen muy buen aspecto. El doctor Martín reza para que no se cumpla la maldición de un corro con lesiones graves (el año pasado Miguel Díez y Clemente, que no han regresado). Ibán ya ha ganado su séptima Liga y Moisés Vega aspira a la cuarta consecutiva, desde que en 2014 sucediera a una de las últimas leyendas: El Divino, el mismo que anunció que abandona su batalla para que se le haga justicia después de una de las cacicadas más rastreras que se recuerdan y rodeada de tantos silencios cobardes como indignos.

Pero quien aspiraba a la cuarta Liga no tiene nada de cobarde, cualquier cosa menos eso, ni de indigno.

El sorteo le deparó la posibilidad de sumar la cuarta Liga al emparejarlo a las primeras de cambio con su perseguidor: Rubo. El de Valdorria sonrió. «Habrá que intentarlo», le dicen. «Lo intento todos los días, pero...» y mira hacia ese Moisés cuyos biceps impresionan. Tenía razón Rubo, lo intentó, pero la Roca...

El mismo camino fueron llevando un Santi al que no le amilana nadie pero cuandoya recibió las dos enteras de su paisano le felicita, le mira y hace un gesto como diciendo «para habernos matado».

Ni la veteranía de Bulnes ni la raza de Diego Arce —ayer le volvieron por un instante los viejos demonios—pudieron nada contra Moisés, el de Cistierna, que si Ibán no tuvo ningún gesto de celebración... Moisés menos ¿Lo veía tan claro? Seguramente tanto como los aficionados, que ninguno lo dudaba.

No se sabe el techo de aquel chaval que empezó a llegar a la sombra de su hermano mayor, Ángel, prematuramente retirado. Eran los Vega de Cistierna pero comenzaron a tener excelentes resultados en Villafañe, «porque se apellidan Álvarez de segundo y es el Álvarez bueno, el de Villarmún». Ángel tenía la lucha de seda pero se impuso la de hierro de Moisés. No se recuerda a nadie tan complicado de lucharle por abajo desde los tiempos de El Menudín, no se recuerdan golpes de cadera parecidos, ni otro tío más amigo de ir al grano: Decía El Fleta: «Tumba p’aquí, tumba p’allá... tío tumbao en el suelo».

Algo parecido.

‘Caberín’ se dio otra alegría y se la dio a suprofesora


La recta final de la tarde viajaba del césped a la grada, con anécdotas, comentarios y la recaída en su lesión de menisco de Jesús Qjuiñones. Caberín, y Dias, se reencontraban con su antigua profesora Carmen García, ejerciendo ayer de alcaldesa, y que se llevó la alegría de la tarde al poderle entregar el título de campeón de pesados a su ex alumno Abel Isaí Cabero, tan buen alumno en su recuerdo como buen luchador en la pradera. También motivó esto a Caberín, que no le dio ninguna oportunidad a un Guti que sólo se pasó 300 gramos en la báscula y se volvió a meter en la final. «¿Al grano en pesados?Me gusta más luchar en semis, se lucha...».

Pero Guti es así.

Fin de la tarde. Los de Cistierna meriendan, Abel habla con su profe, el frío avanza, churros calientes...
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