Corro de Camposagrado: 'Tiempo y tierra de batallas'

‘Tranquilo’ Víctor, Moisés La Roca, Tomasuco y Víctor J. primeros campeones de la temporada en el corro de la romería

Fulgencio Fernández
13/06/2022
 Actualizado a 13/06/2022
Llamazares comenzó la temporada con victoria en Camposagrado. | SAÚL ARÉN
Llamazares comenzó la temporada con victoria en Camposagrado. | SAÚL ARÉN
Entre las leyendas y celebraciones de este corro y romería de Camposagrado y sus circunstancias no podía faltar una batalla, la hay, con muertos y musulmanes por medio, capitanes audaces... Las han contado las crónicas pero también en el corro de lucha, nunca cruento, se consolidaron algunas batallas que se venían fraguando desde atrás. Y que tanta falta hacen a la lucha, esos cara a cara que en este deporte se llaman a cara de perro y siempre han hecho afición y emoción, que viene a ser disfrutar.

Seguramente irán naciendo más batallas cuando avance la Liga pero en Camposagrado ya disfrutaron los aficionados con uno, en medios, y otro en semipesados. La batalla de medios no era una final, se cruzaron antes, en cuartos: Adri el de la Sobarriba y La Roca de Cisterna. Ver sus cuatro brazos cruzados en postura de aluche ya es un espectáculo, notar cómo se tensan los brazos y los luchadores cuando suena el silbato que dice “a luchar” es sinónimo de batalla de las de toda la vida de dios en los aluches, que decían los clásicos. Se adelantó Moisés, cuando La Roca baja los cuerpos y mete el turbo circular se hace de noche para el rival. Y le ocurrió a Adri aunque aguantó el tirón lo que pudo, fue un combate para hacer afición.

Jesús el de La Braña volvió a meterse en una final después de tirar a Riaño y Oblanca... pero estaba Víctor- ¿Está más duro que el año pasado el de la Soba?; le dicen a Moisés.
- ¿Más duro? No se puede, ya era una bestia; dice La Roca mientras Adri sonríe como diciendo «pues anda, que tú».

La otra batalla en ciernes, o no tanto,es la de semipesados, entre Tomasuco, el campeón vigente (de años) y ese grandeportista que viene empujando desde abajo, de medios, Rubén Fierro, Rubo. Estos sí se vieron en la final y el público también disfrutó el doble. Por primera vez en la tarde la grada rompió en aplausos en un par de ocasiones sin necesidad que fuera la respuesta a una caída, los ataques y contraataques, las mañas y los falseos llegaron a los aficionados. Una cadrilada al cielo de Tomás ya puso de manifiesto que va a poner el listón muy alto, otro año más. Viene con ganas el soldado Sierra después de seis meses por África. Esto acaba de empezar, habrá nuevas entregas.

Tranquilo Víctor

Y después de las batallas que marcaron el primer corro de la temporada, en el santuario a la sombra de otra batalla histórica, con una romería que tiñó el inicio del corro de almendras y cerezas, de bailes regionales y casetas de helados, de bolos y deportes tradicionales, la gente se fue subiendo a las gradas para aplaudir a los diez que se inscribieron en ligeros, con una noticia ya en este acto inaugural: estaba, sigue en activo, Javier Oblanca Sánchez, La Cátedra Ambulante de Villabalter. No solo estaba sino que fue tercero en la clasificación, es decir se metió en semifinales.

Moisés ‘La Roca’ y Tomasuco empiezan la temporada como acabaron la anterior, con victorias en sus pesosCon permiso de Víctor, El Hombre Tranquilo de Villabalter, cuya victoria sigue sin ser noticia el hombre y nombre de la tarde fue Jesús Martínez, ese buen tipo y buen luchador de La Braña que volvió a meterse en una final. Ya debe llevar alrededor de veinte disputadas y no ha tenido la fortuna de ganar ningún corro. La lucha le debe una. Incluso ayer parecía el día. Comenzó luchando muy bien al luchador revelación, David Riaño, que reconocía la victoria de Jesús. «No solo me entendió bien a mí, después estuvo muy certero con Javi Oblanca para meterse en la final», reconocía el chaval; mientras Jesús Martínez reconocía: «Me encontré bien, es la verdad, pero es que Víctor...». Suena a esos casos en los que el luchador al escuchar el nombre de un rival así ya se bloquea.

En medios ya contamos que ganó La Roca, pero no es menos noticia su rival en la final, Guiller el de Caldevilla de Valdeón, una sorpresa en este peso, en el que no militaba hace muchas temporadas y ayer lo hizo bajando tres kilos: «Dos por la mañana y el otro antes del corro, ya en Camposagrado». Lo hizo bien Guiller, tiene lucha, siempre la tuvo... otra cosa es romper La Roca.

Y sigue por ahí El Balilla, que decía no tener los puños de antes y haber estado trabajando hasta las nueve de la mañana pero se metió en semifinales, mandando en el tren de vuelta para casa a Fer el de la Sobarriba, que miraba como no entendiendo todavía el viejo dicho de que «a perro viejo no hay cus cús».

En semifinales la cara positiva ya la contamos, que se anuncia batalla de las que enganchan. La negativa es que sólo eran cinco en la presentación, esperemos que vaya creciendo la cifra.

Victor J. y Victorín

Llegamos a pesados. Digamos ya que uno de los momentos más entrañables del corro fue precisamente la última escena: Víctor J, El Canario acababa de ganar el corro; Pedro Alvarado, el finalista, sudaba con sus menos de 90 kilos para levantar los 127 de Víctor J. pero lo hizo y cuando éste estaba arriba no señaló al cielo, como ocurre en muchos casos, sino hacia la grada, hacía un niño enorme, Víctor hijo, para quien su padre es el mejor luchador de todos los tiempos y no pudo reprimirse sin salir corriendo hacia el centro del corro a abrazar al campeón, a su padre, a ese tipo noble que acababa de hacer un esfuerzo casi sobrehumano para él pues se ha metido en bastantes finales pero llega a ellas sin gasolina. Y ayer parecía que iba a ocurrir otra vez cuando Pedro Alvarado se le adelantó en la final con una entera, pero algo me hace pensar que tenía motivos para sacar fuerzas de flaqueza. El emotivo abrazo entre lágrimas es la respuesta.

Antes habían pasado cosas en pesados, la categoría más abierta una vez más en la que sigue Pedro Alvarado, el actual campeón, como un kamikace entre luchadores de más de 100 kilos. Ayer se atrevió a ir a por Víctor J., tal vez era lo propio, pero sus amigos sonríen: «Si alguna vez nos hiciera caso».

Pero déjenme que cierre esta crónica de batallas con las lágrimas de la victoria: La de Víctor J. y Víctor Junior. A fin de cuentas las batallas también se cierran con un abrazo.
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