27/03/2015
 Actualizado a 09/09/2019
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Si Oscar Wilde hubiera dicho, o escrito, todas las frases que se le atribuyen, el genio irlandés no habría hecho otra cosa en su vida: no hubiera dejado para nuestro deleite, obras tan increíbles como ‘El retrato de Dorian Gray’ o ‘La importancia de llamarse Ernesto’. De todas las maneras, voy a cogerle prestada una: «Cada vez que me entran ganas de correr, me tumbo en el sofá hasta que se me pasa».

Viene la frase a cuento porque el domingo sufrí, una ‘media maratón popular’. Si Filípides pensó, en algún momento, la que se iba a formar cuando corrió los cuarenta kilómetros, no lo hubiera hecho.

Todas las ciudades y pueblos organizan trifulcas de esta índole para que unos cuantos ciudadanos sin miedo a hacer el ridículo, meneen sus carnes prietas, (y no tan prietas), persiguiendo a una liebre que no aparece. El resto de los mortales debemos sufrir y aplaudir la cosa sin podernos quejar porque las calles están cortadas, porque la ‘cláque’ te impide pasar sin que te monten una bronca de padre y muy señor mío, porque no nos podemos acercar al bar de siempre para tomar un café, o, simplemente, porque no puedes llegar a trabajar; y tienes que acallar tu ira, tragar saliva y rezar al Dios de los justos para no mandar a la mierda todo el tinglado.

Hablando de Dios... Hoy comienza la Semana Santa y todo lo escrito hasta ahora de las molestias al ciudadano se queda pequeñito, pequeñito.
Uno respeta, y lo intenta de verdad, a todo el mundo; pero esto de las manifestaciones populares le supera. Procesiones y procesiones, una tras otra y tú, callado, sin poder gutir, sin poder expresar lo que sientes realmente. ¡Home por Dios!, ya está bien... ¿Porqué, pregunto, no se le a ocurrido a nadie hacer un ‘procesometro’, para la Candamia o más lejos, donde desfilen todos sin dar la turra? ¿No lo hacen en Río con lo del carnaval? Pues lo mismo. Allí, en su ambiente, como en familia, estos herederos de «las más rancias tradiciones», se podrán quitar la capucha, saludar y abrazar al hermano cofrade de estribor, recibir, emocionados, los atronadores aplausos del distinguido público, tocar hasta hartarse esa música que taladra el cerebro e, incluso, practicar el triple salto mortal con los pasos. No lo toméis a broma... Hablo en serio.

Salud y anarquía.
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