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Corre... corre

23/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Ni uno ni dos ni tres. Conozco a puñados de majaretas que a edades cercanas (por arriba y por abajo) a los cuarenta años se ponen a correr como locos para darle sentido a su vida. Hay una película multipremiada de Robert Zemeckis que siempre me viene a la mente cuando conozco a uno más de tales dementes. Muchos se preparan con la intención de presentarse a maratones, medias maratones y yo que se qué más trails y pruebas hercúleas, las cuales en su gran mayoría, y para mi alboroto, al final consiguen completar. Desconozco si acompañan la preparación de pruebas cardiológicas pero me da que no, que con un análisis de la pisada tienen bastante. ¡Cuanto pronador suelto!

Antes el reto era hacer el Camino de Santiago. Que ya está bien. Yo, con un colega, dije que solo lo completaría cuando pudiese costearme hacerlo sin más equipaje que una mochila de tres kilos y durmiendo a cuerpo de rey. Sigo sin ponerme manos a la obra. Más que nada porque no he encontrado el momento de prepararme durante el invierno ningún año, y porque los albergues de a quince euros la noche no encajan en mi concepto de alojamiento regio. La gente se ríe cuando digo que el Camino hay que prepararlo entrenando unos meses. Y es que no saben el drama y la decepción que supuso para mi familia que dos de mis primos políticos se envalentonaran afrontando como primera etapa el tramo León-Astorga y al día siguiente tuvieran que ir a buscarlos, y cancelar el peregrinaje, porque las bojas que tenían en los pies eran tamaño cebolleta.

Me crie al pie del Camino de Santiago, por lo que he visto más peregrinos en curso que kilos de hierba come un elefante a lo largo de su vida. Y puedo decir que no he visto ninguno haciéndolo al trote. Por tanto, propongo a los enajenados aficionados al correr un reto. Eso que tanto les gusta.

Suban al alto del Portillo para coger carrerilla y atrévanse con el Camino de Santiago a ritmo de runner. Si no se despistan y acaban en Mansilla de las Mulas por el desconcierto provocado por el nudo de carreteras que hay en aquel alto y consiguen completar la primera etapa hasta Hospital de Órbigo sin mayor problema de bulbos en los calcos, serán ustedes unos pioneros. Si luego necesitan de motivación para seguir, acudan al sufrimiento de los que padecen más que ustedes, que eso siempre funciona.

Yo, por mi parte, si me cruzo con ustedes allá donde León pierde su santo nombre para convertirse en Trobajo, les animaré a seguir con la famosa fórmula de la película multipremiada.
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