Corazones leoneses que no saben de fronteras

Hacer las maletas rumbo a África cargados de ganas de ayudar tanto en lo profesional como en lo personal. Jesús, Raquel, Isaac, Sara y David son cinco de los leoneses que lo han hecho para contribuir con la labor de la ONG española Babies Uganda

C. Centeno
11/11/2018
 Actualizado a 17/09/2019
Raquel con varios pequeños de la zona durante su voluntariado con Babies.
Raquel con varios pequeños de la zona durante su voluntariado con Babies.
Cada vez más personas, muchas de ellas jóvenes, deciden hacer las maletas cargadas de cariño y ganas de ayudar e invierten sus vacaciones en viajar a lugares desfavorecidos junto a ONG para poner un granito de arena en mejorar la situación de los más necesitados. Bien como voluntarios, bien como profesionales que desarrollan su labor en el lugar de destino llamados por las propias organizaciones, son muchos los leoneses que se embarcan en un viaje del que en la mayoría de ocasiones regresan con una nueva forma de ver la vida.

Jesús, Raquel, Sara, Isaac y David son cinco de ellos. Por separado, pero de la mano de la misma organización, Babies Uganda, viajaron al país africano para echar una mano en los proyecto que esta asociación sin ánimo de lucro de origen madrileño y poco más de un lustro de vida tiene en marcha. Su objetivo principal es dar protección y ayuda a niños huérfanos o abandonados, por lo que tienen un orfanato que funciona desdehace dos años llamado ‘Kikaya House’ en el que en septiembre vivían 17 pequeños. Además, han logrado poner en marcha un centro escolar en el mismo recinto con capacidad para 280 alumnos y al que pueden ir también niños de la zona y, actualmente, tienen abierto el ‘Proyecto Chloé’ para dotar de material y mobiliario el centro médico. Jesús Martínez y Raquel Fernández son educador y enfermera, respectivamente. Viajaron a Uganda tres semanas durante el pasado mes de septiembre, después de conocer la organización se animaron a colaborar con ellos y en junio participaron en Madrid en el curso de formación con otros voluntarios. Coincidió que durante su etapa como voluntarios los niños no estaban en periodo lectivo, por lo que «tenían mucho tiempo libre y estuvimos mucho con ellos», asegura Jesús. A parte de colaborar con todos los proyectos que la organización tiene en marcha en el país, porque «haces lo que toca», se trata de «darles mucho cariño a los niños» ya que son huérfanos y es una de sus grandes carencias. Además, este leonés profesionalmente es preparador físico y se dedica al sector del ocio y el tiempo libre, por lo que en esas tres semanas planteó diferentes actividades allí con los pequeños. «Es donde vimos carencias porque tienen un tiempo libre muy sedentario, todo lo que sea caminar está asociado a la pobreza», lamenta, por lo que ya piensa en volver y «plantear con la ONG un proyecto para organizar todo ese tiempo libre hacia conductas más saludables».Una de las actividades que desarrollaban con los niños de ‘Kikaya House’ era ir a la piscina. Todo un lujo solo posible gracias a los voluntarios que pasan por allí. Voluntarios y cuidadores cruzaban junto a los 17 pequeños el lago Victoria –tenían que coger un ‘matatu’ (pequeño microbús), una barca y otro ‘matatu’- para llegar a la ciudad de Entebbe, donde se encontraba el hotel al que accedían pagando una entrada «simbólica». Allí les enseñaban a nadar, una de las especialidades profesionales de Jesús. Pero era, sobre todo, un día de diversión. «Emociona un montón ver que les hace tanta ilusión, para ellos ir a la piscina es como ir de boda, llegan allí y lo viven al 200 por cien, no quieren salir del agua en ningún momento», reconoce.

Son niños «muy agradecidos» y aunque la organización cubre lo que se refiere a sanidad y educación, «ves carencias a nivel emocional», asegura Jesús.

Para Raquel y Jesús esta experiencia en Uganda fue su primera vez como voluntarios. «Cada minuto cuenta y es enriquecedor», asegura él. Durante las tres semanas, estaban todo el día con los niños y han regresado a León con muchas ganas de volver y de seguir ayudando, también desde aquí. Por eso, mientras llega el momento de volver, ya piensan en realizar algún mercadillo navideño o actividad en la ciudad que sirva para recaudar fondos para la organización Babies Uganda.

También asegura que no será la última que viaja a Uganda el fisioterapeuta leonés Isaac Anel Martín-Granizo. A través de otra voluntaria leonesa, Elena Luna, se enteró de que esta organización buscaba fisioterapeutas y no se lo pensó dos veces. Su viaje fue en mayo. A la zona viajó junto a la directora del proyecto y «vi todo lo bueno pero también todo lo mano». Como profesional, estuvo en ‘Kikaya House’ pero también fue a otros lugares para ofrecer diferentes tratamientos. «Yo en mi vida siempre quise hacer algo como fisio, y cuando Elena Luna, una buena amiga, me dijo que en esta organización necesitaban fisios dije que sí, tenía ganas de ir», asegura Isaac.Durante su estancia en Uganda, una de sus principales misiones fue tratar a un niño con parálisis cerebral, Michael, un pequeño de unos cuatro años que fue encontrado por la policía en una letrina y se encuentra en el orfanato. Con el tiempo vieron el problema que tenía y que necesitaba ayuda profesional para saber cómo tratarle, cogerle, conseguir los medicamentos para evitar episodios de epilepsia y un largo etcétera de necesidades. Además de trabajar con él, Isaac enseñó a las cuidados del orfanato a mover y cuidar al niños de acuerdo a su dolencia. Jesús también conoció a Michael, al que venían muy bien los días de piscina y los ejercicios en el agua. Cualquier problema de salud como el de este niño en un país como Uganda donde la sanidad no es pública y los medicamentos que necesita son «carísimos» se magnifica.

A su vuelta a León, Isaac piensa en sacar «todos los años» una temporada para volver y explica que en el centro médico de la organización trabajará codo con codo con ellos para montar allí un área dedicada a la fisioterapia.

Ellos son solo algunos ejemplos de los corazones leoneses que no entienden de fronteras con tal de hacer de éste un mundo mejor.
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