12/12/2021
 Actualizado a 12/12/2021
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Hoy, serán las fiebres vacunales, me apetecía escribir algo blando y blanco, algo suave. De la España blanca, por ejemplo. Pero esta manía de, viviendo en el asfalto, tener siempre abierta la ventana de atrás para asomarme a ver qué pasa en el terruño, me lo pone difícil porque veo demasiadas cosas que rompen la mansedumbre de la nieve, tiñéndola de grises. Hablaré pues de esa España gris a la que no llegan las cámaras, doblemente sepultada por los copos y el olvido, donde una nevada se llama nevada y si la cosa lo merece, nevadona. Lo que la España televisada, la de colorines, llama borrasca y el servicio meteorológico le asigna un nombre más o menos sicodélico para darle empaque y una identidad digna de asustar mucho.

Ya celebrado el bautizo, la Agencia de Protección Civil declara el colorínde la alerta (amarillo, naranja o roja), informa de cotas de nieves por centímetros, horas exactas de comienzo y final de la alerta, cambio de colorín, posibilidad de lluvia, comienzo del deshielo… y consejos de todo tipo, dignos de niños excursionistas, que deberían sobrar a cualquier persona con medio dedo de frente: teléfono móvil (la sorpresa de la cobertura ya se la encontrarán en la montaña), depósito lleno, cadenas, neumáticos de invierno, ropa de abrigo, comida y bebida… lo único que no se exige es llevar el sentido común encendido, quizá el único elemento que evitaría casi toda la anterior lista. Así salen algunos del país de colorines hacia el de la nevadona blanca, como si no hubiera un mañana.

Y así empezó la semana del puente tan soñado, con las cumbres cubiertas para unos, la borrasca Arwen haciendo de las suyas, para otros, y las redes inundadas de fotos y vídeos compitiendo por ver quién la tenía más blanca, creyéndonos todos ganadores. Por las pantallas desfilaron los problemas de circulacióntípicos de cualquier temporal y supimos con todo lujo de detalles el número de asistentes a las estaciones de esquí, elnivel de ocupaciónhostelera, espesor de la nieve, velocidad de las rachas de viento,kilómetros esquiables… todo bien detallado en el país del turismo, incluidoel corte de circulación en el acceso a las Estaciones de Fuentes de Invierno y San Isidro, porla imprudencia de algunos conductores del país del allá voy porque yo lo valgo, con vehículos sin equipamiento invernal ni cadenas, cual excursionistas veraniegos. Seguramente, los mismos a los que molesta que canten los gallos en verano. No es de preocupar que esa gente pase horas atrapada en la nieve, lo cabreante es que su rescate supone el uso de unos servicios públicos que escasean, en perjuicio de otros ciudadanos atrapados en sus pueblos, que no están de excursión precisamente y necesitan esos servicios para ir a TRABAJAR. Hablo de los de la España olvidada, salvo a la hora de la urna y el impuesto.

El cabreo viene porque en las mismas fechas, por la ventana de atrás llegó un video que deja testimonio de la realidad que los reporteros no buscan, de los que no van a esquiar ni a divertirse. Los que viven allí y hacen posible el turismo, manteniendo los pueblos vivos. «Esta es la España rural vaciada, así nos tratan» dice desde el Puerto de Aralla la mujer que graba a unos jóvenes, palas en ristre, abriéndose paso durante horas para poder salir a TRABAJAR, porque el estado de la carretera era intransitable para los vehículos y la quitanieves no pudo hacer nada. Lástima que Calleja y su cámara no estén en todos los puntos de la Montaña Leonesa para que las quitanieves puedan llegar y actuar a todo gas allí donde la gente lo necesita. Y qué ilusoria su última frase, al agradecer el trabajo de las quitanieves (por supuesto ponderable) porque sin ellos, esos pueblos “estarían incomunicados”, siendo precisamente esos pueblos los que llevan un mes incomunicados o con un servicio mínimo, sin cobertura de móvil, fijo e internet y sin que las operadoras se despeinen siquiera ante las protestas de vecinos, visitantes e incluso algún político. Qué desperdicio, no haberle dado voz a la verdad, al abandono de esa gente sin un servicio tan esencial. Una situación resumida en una pancarta en el Ayuntamiento de Maraña: VERGÜENZA.Y esto ocurre la misma semana que soportamos la cacareada resolución de la UNICO sobre la ‘siempre futura’ banda ancha en las zonas rurales de León, que la convertirá en la provincia «más beneficiada de todo el país». Manda narices…

Esta es la realidad de una España en la que los copos caen en terreno abandonado por los mismos que pregonan futuras, ‘siempre futuras’ inversiones y la nieve se vuelve gris tristeza.

Porque hoy necesito algo blanco, me quedo con la madurez de muchos jóvenes que han decidido vivir en un pueblo, capaces de sobrevivir en las condiciones más adversas. Los que no necesitan colorines para saber el grado de la nevada porque su nieve es sencillamente, blanca. Es el peligro más bello con el que conviven… y se entienden.

Y ellos, como Neruda, pertenecen a la tierra y su invierno. Y allí se quedan.
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