11/04/2021
 Actualizado a 11/04/2021
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A medio camino entre una y otra copa, de fútbol, confesaré que también yo fui espectador de la primera y lo seré de la segunda, las dos con el común denominador de animar al Athletic de Bilbao. Sufrí, pues, la derrota de hace ocho días y me repongo como puedo para la nueva final del 17 de abril.

Con todo, lo que trae esas disputas deportivas a esta columna no es tanto el hecho en sí o la devoción del aficionado, sino un detalle aparentemente sin importancia que pudo observarse en la retransmisión televisiva del pasado día 3 de abril, con el que vuelve a ponerse de relieve la estupidez sin remisión en la que nos zambullimos una vez tras otra. Me refiero a la rotulación de eso que llaman videoarbitraje, más conocido como VAR (del inglés Video Assistant Referee). A la sigla parece que ya estamos acostumbrados, aunque desconozcamos su significado exacto.

En dos ocasiones hubo de acudirse a esa tecnología a lo largo del partido y en ambas, más allá de la indicación ya familiar de que estaba interviniendo el tal VAR, se informaba para qué lo estaban haciendo en cada caso. Decían los rótulos: «Checking possible penalty handball» y «Checking red card – Denid of goal scoring opportunity». Unos rótulos que permanecieron indelebles y bien visibles hasta que se resolvió cada una de las circunstancias sometidas a análisis. Unos rótulos que, como bien se puede comprender, estaban al alcance de cualquier espectador versado en la lengua inglesa, lo que a juicio de quien dirigía la retransmisión debía ser el caso del común de los espectadores. Unos rótulos que nos devuelven nuevamente al papanatismo, al complejo de inferioridad y al desprecio por el idioma propio, tan rústico él. Quien tecleó esos rótulos sabía por qué lo hacía y para qué lo hacía. Lo que sería bueno es conocer a quien contrató al rotulador y castigarlo a escribir cien veces esa letanía hasta detestarla.

En fin, a pesar de todo nos queda el fútbol, que no requiere de tanta tontería, aunque también haberlas haylas.
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