Coordenadas de éxito para el vino del Bierzo

Casi un tercio de las bodegas adscritas a la DO berciana se han interesado ya por el proceso de zonificación que permitirá distinguir a los vinos en función de su procedencia concreta

D. Álvarez (ICAL)
17/06/2018
 Actualizado a 18/09/2019
Viñas de la D. O. Vinos del Bierzo. | C.S. (ICAL)
Viñas de la D. O. Vinos del Bierzo. | C.S. (ICAL)
Hace ahora un año, los responsables del Consejo Regulador de la Denominación de Origen (DO) de los Vinos del Bierzo aprobaron el nuevo etiquetado que supuso el punto de partida para el proceso de zonificación emprendido en la comarca, con el que la DO pretende “distinguir los vinos por sus diferentes parámetros en función de la zona en la que se hayan cultivado”, recuerda la presidenta del organismo, Misericordia Bello. El proceso ya contó, antes de su puesta en marcha, con la implicación de 25 de las 77 bodegas adscritas al Consejo Regulador, que se interesaron por la posibilidad de pasar a producir los denominados como vinos de villa. “No hay un perfil concreto”, explica Bello, que remarca que el “alto interés” que la zonificación ha despertado entre los viticultores de la zona lo comparten “bodegas de toda la vida y otras más jóvenes”.

Al respecto, Bello confía que esa participación de los bodegueros permita que “en el momento en que todo esté aprobado, ese vino se podrá embotellar como vino de villa, porque el Consejo Regulador ya lo ha controlado”, un extremo para el que auguró que aún habrá que esperar unos nueve meses. “El proceso entre la Junta y Bruselas suele durar nueve meses, como un embarazo. Si todo va como está previsto, en un año habremos 'parido' la primera botella”, sentencia.

Al respecto, la presidenta del Consejo Regulador subraya que este procedimiento es “administrativamente muy complejo”, especialmente en el Bierzo, debido al minifundio y a la falta de registros sobre la propiedad de la tierra. En ese sentido, Bello valora que la apuesta por la zonificación “está ayudando a que se organice administrativamente el sector”. “Estamos haciendo un plano de aptitud de toda la zona, se está zonificando el Bierzo entero, toda la zona donde hay y hubo viñedo”, explica la presidenta del Consejo Regulador, que recalca que el mapa está “prácticamente listo”. “Lo interesante es que esté aprobado”, subraya Bello, que recuerda que el proyecto se presentó a los responsables de la Consejería de Agricultura y Ganadería acompañado de un estudio edafológico y geológico a cargo de la Universidad de León (ULE).

En la misma línea, Bello valora que el “laborioso” proceso contó con una “implicación impresionante de las personas mayores de cada pueblo” a la hora de identificar las parcelas y los parajes”. “Dentro del microclima de la hoya berciana, hay valles que miran a todos lados”, explica la presidenta de la DO, que recalca que esa “variedad” permite a la zona de producción salir a los mercados con “un producto muy diferenciado”. “En un mundo donde hay un mar de vino, si vas como uno más no tienes importancia porque la competencia con grandes áreas de producción es feroz”, asegura Bello, que considera que las variedades de uva existentes y la particular geología de la comarca berciana aportan “los mimbres adecuados para hacer los cestos”. “Si aquí no hubiera uvas de mucha calidad, todo esto no tendría sentido”, resume.

Trazabilidad


Gracias al nuevo etiquetado, los caldos del Bierzo podrán diferenciarse entre vinos de la región, de villa, de paraje o de viña clasificada, además de la categoría de gran vino de viña clasificada. Estas denominaciones aportan información adicional sobre la procedencia concreta de las uvas y limitan progresivamente su rendimiento, ya que “a menor producción, mayor calidad”, recuerda Bello. Para demostrar esa procedencia, la trazabilidad del producto pasará a estar certificada por la Entidad Nacional de Acreditación (Enac), en lugar de por el personal técnico del Consejo, como se hacía hasta ahora.

Al respecto, la presidenta de la DO remarca que “la clave es que el consumidor no sea engañado”. “Hay que dotar de documentos específicos a cada botella, a través de una institución que certifica el proceso con parámetros muy exigentes”, asegura Bello, que subraya que este cambio en el método de funcionamiento es “una obligación legal europea” y que el pleno del organismo regulador ya ha dado el visto bueno a que sean las bodegas las que asuman el coste de la certificación.

En ese sentido, la presidenta del Consejo Regulador subraya que la certificación se llevará a cabo con “autocontrol de las bodegas”, acompañado de “registros aleatorios que tienen que coincidir”. “Las bodegas deben tener mucho cuidado de decir la verdad”, asegura Bello, que luchará porque los registros que presenten problemas supongan la anulación de las partidas afectadas y no de la producción al completo de la bodega. “Son muy severos y si haces esto, sabes que te van a controlar hasta el cajón de la ropa interior, así que más vale hacerlo bien para no perder credibilidad ni hacérsela perder a los demás”, considera la presidenta de la DO berciana, que asegura que el proceso de certificación es “duro, largo y muy técnico”.

Precedentes


Existen pocos precedentes de áreas vitivinícolas que hayan apostado por un proceso de zonificación, aunque el mejor ejemplo lo aporta la región francesa de Borgoña, que lleva funcionando bajo este sistema cerca de 200 años. El Piamonte italiano y las zonas españolas de Priorat y Rioja también han puesto en marcha este proceso para explotar el “potencial enorme” de estas sus viñedos y satisfacer al consumidor y al importador más exigentes.

Al respecto, Bello subraya que el hueco de mercado de los vinos del Bierzo “prima la calidad por encima de lo demás”, lo que se ha traducido en un crecimiento del 11,1 por ciento en el mercado nacional en los últimos tres años, un periodo en el que las exportaciones también aumentaron del 17 al 36 por ciento de la producción global. “No sólo hemos subido cantidad, sino precio, que es muy importante porque salpica a toda la cadena de producción y llega al viticultor”, explica Bello.

En esa línea, la presidenta tira de orgullo y presume de que los caldos del Bierzo son “el vino de moda que hay en los sitios en los que se mueve la gente que controla de vinos”. “Se nos ha descubierto tarde, pero eso significa que no tenemos carga negativa que nos acompañe, por lo que hemos podido salir a los mercados con muy buena imagen”, recalca Bello, que valora que “después de contar por el mundo las bondades del territorio y de sus figuras de calidad, en una cata te respaldan vinos excelentes”.

Nuevo pliego de condiciones


La zonificación es la punta de lanza del nuevo pliego de condiciones que los responsables del Consejo Regulador preparan para impulsar la modernización de la DO berciana. Otra de las novedades consistirá en la ampliación del área de producción, que actualmente es de unas 3.000 hectáreas, con la inclusión de diez nuevos municipios en el ámbito de actuación del Consejo Regulador, que pasarán de los 22 actuales a 32. Estas localidades, próximas a las cuencas mineras, “fueron municipios vitivinícolas de toda la vida”, explica Bello, que remarca que el cultivo de la vid tiene “dos milenios de historia” en esas áreas. “No ampliamos la zona de viñedo porque queramos tener más sino porque desde el origen de los tiempos ésta ha sido tierra de viñedo”, subraya.

Además, el equipo técnico del Consejo ha llevado ha cabo un “trabajo exhaustivo” de estudio de las condiciones del suelo y microvinificaciones que, según Bello, demuestran que los caldos que podrían llegar a producirse en esas zonas son “vinos de alta calidad”. “Queremos que si la gente de esos pueblos quiere cultivar viñedo, que sus uvas valgan y se puedan vender a quien sea, para dar valor a los municipios”, explica la presidenta de la DO, que argumenta que la filoxera primero y la minería después fueron dos de los motivos que provocaron el abandono de vid. “El viticultor ganaba poco y un minero ganaba mucho”, lamenta Bello, que subraya que “la viña es un cultivo que fija población” y que ha despertado en la comarca el “interés de gente joven”.

La otra gran novedad del pliego de condiciones será la inclusión de las nuevas variedades locales Merenzao y Estaladiña, la primera de ellas exclusiva de la comarca y la otra autóctona del noroeste peninsular. Aunque Bello reconoce que hay “muy pocas cepas” de ambas variedades, defiende que su incorporación se decidió “por romanticismo”. “Da pena que algo ancestral y autóctono se pierda”, explica la presidenta del Consejo, que defiende, no obstante, que la “exclusividad” de esas variedades aporta “un punto de interés”. “No va a ser una cosa a gran escala, la gente tiene claro que lo que nos diferencia es la Mencía, pero si alguien quiere hacer uso de ellas, queremos que pueda hacerlo”, resume.
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