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Contra soñar más bajo

15/08/2020
 Actualizado a 15/08/2020
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Junto a las murallas de Astorga, ciudad bimilenaria de contrastes, de beatas emparedadas y poetas malditos, decía el otro día Violeta Serrano que la suya no es una generación perdida sino una generación engañada, esa a la que dijeron que estudiar y esforzarse la llevaría a una vida mejor que la de sus padres, a pesar de lo cual la mayoría sólo ha conocido precariedad. Se refería a la generación que ahora está en sus treinta, aunque si le preguntaran a otras -también a la mía, la de los cuarentañones- dirían algo parecido.

Pero Serrano sabe de lo que habla, así que ni quito ni pongo a lo que dice, y sobre todo sabe lo que es resistirse a las voces que le piden «soñar más bajo», como escribe en uno de los poemas de ‘Antes del fuego’, el libro que presentó en la ciudad maragata. Soñar más bajo que es lo mismo que conformarse con dormir.

«Me resuelve los desvelos esta falta de futuro / y me empeño en concebir / un martirio de ilusiones», dice Violeta Serrano en otros versos. La incertidumbre suele empujar a nuevos caminos y a ella la llevó -el amor también- a sentirse de dos países: España y Argentina, lo que hace que al hablar pase de las expresiones leonesas al voseo con la naturalidad de quien lleva dos mundos dentro. «A los migrantes deberíamos tomarlos como maestros, porque se han adaptado a otra forma de vivir, que es lo que nos está pasando ahora», afirma Serrano, que además en octubre publica un ensayo sobre esta idea, titulado ‘Poder migrante’.

Muy mal estamos tratando en este país a los emigrantes, y no hay más que ver lo que pasa en algunas regiones, y muy pronto se ha olvidado que el nuestro es también un país de emigración, exterior e interior. A la provincia leonesa, a sus minas y a sus térmicas, vinieron muchos, que ya somos nosotros mismos.

También de los emigrantes al País Vasco trataba ‘Cacereño’, la segunda novela de Raúl Guerra Garrido y una de las más reconocidas entre las suyas. Guerra Garrido sabe lo que es ser de varias tierras -Madrid, San Sebastián, Cacabelos- y aunque este último municipio no haya podido hacerle hijo adoptivo esta semana por un desencuentro más -que allí se dice ‘defecto de forma’-, él siempre será de su pueblo y de todos los que quiera.
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