Imagen Juan María García Campal

Contra ecos y hedores, canturreo

12/10/2022
 Actualizado a 12/10/2022
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Me entristecen los ecos llegados desde el peor y más triste pasado contemporáneo. Me entristecen aun cuando uno, de alguna manera –vienen abundando tantas señales–, presintiese, previese su verdadero rostro añorante de pasados del pensamiento único, su tufo de alcanforada viudedad franquista, ahora su orfandad joseantoniana, falangista, su constante conmigo o contra mí, su absoluta posesión de esas verdades que saben falsedades.

Me entristece leer que unos jóvenes –apenas apagadas otras anacrónicas vociferaciones– animaron el cotarro voxista del pasado fin de semana con su canción ‘Héroes fachas’ que proclama su deseo o intención de «...volver al treinta y seis». Si su pretensión, leo, era «provocar la crispación de las personas de izquierdas», conmigo afirmo que les ha salido culatero el tiro. No más allá de la pena me han llevado. Y, considerando mi gusto por la pintura, casi entristecida gratitud les debería por su más que lamentable exposición de tales retratos, los de ellos, los de los excitados coreantes y concelebrantes.

Nada nuevo bajo el sol, nada cuya triste sombra no anunciase: fachas en su salsa, fachas enardecidos, faltones crecidos. Es lo bueno de la libertad de expresión –la que su añorada dictadura prohibía, la que ellos prohibirían– que convierte las palabras en taller de realista pintor, de fiel fotógrafo, en milagroso y gráfico testimonio de un viejo y facha hedor.

Así, aun cuando esta semana manifesté, en la red social que más uso, que me encontraba a punto de desenchufarme de la realidad, creo en conciencia que, a voluntad, no me será posible. Lo tendría por silencio cómplice. Sería ofensiva renuncia al propio pasado y al de los ancestros que, en parte, me han conformado o construido; al presente de cuya construcción, con errores y aciertos, me siento partícipe y, por ello, responsable. Nada cayó del cielo, nada trajo rey mago alguno, por más que como público prestidigitador acabase. Por más que desde vario ángulo y con vario discurso se intente injuriar la transición política, conviene recordar que no fue concesión sino democrática conquista. Otra cosa son las múltiples desilusiones que algunos partidos y políticos con responsabilidad pública produjeron y producen con sus corruptelas y corrupciones. Nada justifica que tales podredumbres haberlas, tal se dice de las meigas, ya las había por más que bien silenciadas fueran.

Seguiré opinando mientras canturreo el ‘Canto a la libertad’ de Labordeta y con Labordeta los mando a la...

Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!
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