09/10/2016
 Actualizado a 14/09/2019
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A estas alturas de octubre, José Escalona y su mujer, Elvira, estarán ya haciendo los preparativos para trasladarse con su rebaño de ovejas a Extremadura, donde viven de noviembre a junio. En verano, el rebaño de los Escalona pasta en el puerto de la Vegarada, allí donde nacen los ríos Curueño y Aller, leonés y asturiano respectivamente. Es fácil verlos entonces ir y venir acompañados por sus mastines vigilando sus ovejas en un lugar en el que los lobos siguen alimentando la fantasía de los vecinos y el temor de los ganaderos a su aparición.

Si José Escalona y Elvira o cualquiera de los pastores que en estos días preparan como ellos su retorno a Extremadura o a las tierras bajas de León antes de que la nieve llegue escribieran sus memorias seguramente contarían las mismas cosas que James Rebanks, ese pastor inglés cuyo libro, que acaba de aparecer en España con el título de ‘La vida del pastor. La historia de un hombre, un rebaño y un oficio eterno’, está siendo un éxito editorial en los países en los que se ha publicado ya. James Rebanks, que de joven despreció según él mismo los consejos de sus maestros para que cambiara el cayado por la Universidad y que de mayor retomó sus estudios en Oxford sin dejar de atender su trabajo de pastor, que ama por encima de todo, cuenta en su libro su vida, que se resume en «contar ovejas», algo que la mayoría de las personas hacemos sólo para dormirnos y con la imaginación. Por qué un libro que cuenta la vida humilde de una familia de ganaderos de hoy sin énfasis ni romanticismos falsos se ha convertido en un éxito editorial en Europa es algo que se preguntan muchas personas, comenzando por su propio autor. Quizá sea –aventura éste en una entrevista– «porque hay gente en todo el mundo que comparte estos mismos sentimientos, que relaciona con sus abuelos, con sus padres, con la tradición» o quizá «porque estos libros los escribían normalmente los que se marcharon, rara vez el que vive y trabaja con el ganado». La diferencia, sentencia Rebanks con convicción, es que quedarse en el campo ya no es estar en el lado equivocado: «Hoy, los jóvenes están orgullosos de ser pastores y ganaderos y muestran sus ovejas y sus vacas campeonas en las redes sociales como otros muestran otros cosas».

Poco a poco, puede que algo esté cambiando, en efecto, en la cultura europea, durante miles de años agrícola y ganadera y en el último medio siglo reacia a considerar esas actividades dignas, cuando no directamente despreciativa con ellas, para que libros como el de James Rebanks interesen a tantas personas, la mayoría de las cuales no tienen nada que ver con aquéllas. Puede que sea nostalgia de un mundo arcádico que nada tiene que ver con la realidad, pero puede que para muchos historias como la del pastor inglés sean un aldabonazo en sus anodinas vidas sometidas a horarios de esclavitud y al horizonte de las cuatro paredes en las que pasan la mayor parte de éstas, lejos de la naturaleza, contando ovejas con la imaginación.
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