Confianza

Me inspira confianza aquel político que no tiene respuesta para todo, aquel que reconoce que desconoce o duda sobre un tema y que prefiere informarse y tomar criterio reposado antes de contestar. Desconfío de tantos tontos que solo funcionan con verdades absolutas, rotundas, irrefutables, de aquellos que maldicen de quienes piensan, dicen o actúan diferente. Provoca absoluto rechazo intelectual y dialéctico todo aquel que habiendo elegido vida pública de servicio al ciudadano se esconde tras el muro de la ley, solo cuando esta está amparando sus postulados, pero que aboga por cambiar todas aquellas que considera contrarias. Ser político de profesión, para algunos casi secular, y al mismo tiempo ser inmovilista es seguir caminares divergentes. Respeto se han ganado algunas gentes que como Gabilondo. El Dr. Ángel Gabilondo, quien desde el mundo del pensamiento dio el salto hacia la política pero que sigue impregnando su día a día de razón y de razonamiento, y que cuando desconoce de un tema, o no se ve capacitado para interpretar lo que dice su adversario que nunca su enemigo, aboga por la charla y nunca por la imposición de postulados que tantas veces son aplaudidos por los que tragan todo lo que les echan sin que lo que les es ofrecido pase un mínimo filtro por la razón y el análisis crítico y desapasionado. Es siempre deseable, pero estos días lo es más, oír a algunos de los que dicen dirigir este país que no saben, pero que están dispuestos a sentarse a hablar, a discutir, a razonar, a buscar otros destinos, otras sendas que nos conduzcan a otros futuros. El pensamiento es libre y la imposición, cualquier imposición, es contraria a la razón. ¡Porque lo digo yo, o mí ley!, me recuerda a la contestación de un padre que ante la falta de argumentos o de razones impone decisiones iguales a las que a él le impusiera en su día su padre, y el padre de su padre, y el padre… Confianza en la razón. Crítica y debate hasta cansarse, y una vez descansados, volver a empezar.