06/05/2022
 Actualizado a 06/05/2022
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Pasado San Isidro la UPL va a tocar a concejo para que los socios decidan si van a mantener o no el pacto de gobierno en la Diputación de León después de constatados sonados incumplimientos electorales por parte del otro socio, el PSOE. Claro que la decisión que tomen no servirá de mucho si su único diputado provincial, Matías Llorente, ejerce el derecho que le da su acta para hacer lo que más le convenga al margen de la disciplina de partido y de los compromisos, escritos o no, con los que concurrieron a las elecciones. Pero centrémonos en la otra parte, en cómo se toman las decisiones en la casa de un diputado, Matías Llorente, que dice estar donde está porque ahí lo han puesto una parte minoritaria de agricultores y ganaderos de la provincia socios de UGAL-UPA. Si Matías Llorente fuera un demócrata, que no lo es, en vez de un dictador, que afirmo lo es, convocaría de forma pública y transparente una consulta con los órganos de gobierno de su sindicato, y posteriormente una asamblea, para marcar la posición ante asunto tan relevante. Pero no lo ha hecho ni lo va a hacer, porque en UGAL, detrás de Matías Llorente, no hay nada, salvo un pequeño grupo de acólitos que rasca algún que otro beneficio, y unos empleados, fieles como no podría ser de otra manera, que sufren su dejación de funciones sindicales y ven que el barco va a la deriva. Hasta tal punto es el deterioro, que los cargos que salieron elegidos hace unos cinco años para dirigir la organización, se quejan de que no se les convoca para nada, de que la Junta Directiva no se reúne, que no se convocan asambleas anuales, que que no se rinden cuentas de ningún tipo, y que no se convoca proceso electoral a pesar de tener el mandato vencido y por lo tanto los cargos caducados. Esta es la realidad, que mientras la UPL llama a concejo, el diputado de UGAL-UPA consulta los asuntos consigo mismo y decide en función de lo que más le conviene, y no le contradice nadie, porque los dictadores ya saben ellos cómo hacerlo para que no haya voces críticas, para que solo haya aduladores.
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