Con querencia a mañas

Son muchos los luchadores a los que les gusta especialmente una maña o se les da bien, los hay que la convierten en su arma

Fulgencio Fernández
27/07/2020
 Actualizado a 27/07/2020
Vicente Prado en el carrusel de Clemente; el evoleo con cruce está asomando.
Vicente Prado en el carrusel de Clemente; el evoleo con cruce está asomando.
Hay una estampa que muchos aficionados a la lucha recordarán. Javi Ponga hace uso de sus famosos puños y sube a su pecho a El Gato de Taranilla (o al Menudín de Valdefresno) y ahí se quedan, pensando los dos qué vendrá después.

Hay una estampa que muchos aficionados a la lucha recordarán. Sansón Cabero arma sus potentes brazos y va sacando a cámara lenta a cualquiera de sus rivales, «a puro guevo», como le repiten los aficionados. El final no se sabe, unas veces Sansón continúa hasta el final mientras su rival reconoce que «cuando monta el hidráulico» ya no hay solución o ‘se la preparan’ por el camino, al posar... Depende del día, del rival.

Hay una estampa que muchos aficionados a la lucha recordarán. Mariano El Guerrero está agarrado con un rival, parece andar al despiste, mira al suelo, se levanta y de repente lanza un latigazo que llaman dedilla y si el aficionado no está atentono parece muy claro si ha sido una maña, claro que lo fue, o si el rival ha resbalado. Más bien le han hecho resbalar.

Algunas mañas se hacían seña de identidad de un luchador, como la dedilla para Mariano El Guerrero En un fogonazo parecido en rapidez El Elegante sacaba una cadrilada o Clemente hacía un voleo con cruce que tanto le gustó durante tantos años, no había más que verle la cara cuando lo daba.

Hay una estampa que muchos aficionados a la lucha recordarán. Eduardo El Oso de Pallide iba por detrás en el combate y se acercaba el final. Edu buscaba de manera desesperada trabar la mediana, la trababa, estaba un rato allí quieto y, de repente, lanzaba un grito y ponía toda la fuerza que tiene, que es mucha en el esfuerzo que iba a hacer. Si la sacaba era una de esas estampas para el recuerdo, él se levantaba como un resorte. Inolvidable la mediana de la final de un corro en su pueblo, frente a El Faraón, trabó la mediana y Alberto, ya se sabe como es el de Villaquilambre, aceptó el reto y a ver quién puede más. El grito de Eduardo el sacarla igual tiene algo que ver en el éxito. También es cierto que Edu sabe de primera mano el riesgo que las rodillas corren si abusas de la mediana.

Cómo sabes el riesgo que corres si te decantas por la gocha. Lo sabía el hoy árbitro Santi Fernández, de Villamoros, y contra todo pronóstico insistía en ella. Unas veces recibió costaladas que hacen época pero también, no lo olvidemos, ganó unos pocos corros en los años 90.

Para acabar, ¿quién no recuerda a Julio con el tiovivo montado hasta ganarse el apodo de El Helicóptero? El de Villarrodrigo, que a temerario le ganaban pocos no dudó en hacérselo al gigante escocés Mac Namara en una fotografía que ha tenido mucho recorrido.Y lo merece, véanla.

En fin, sólo son algunos ejemplos para recordar que la mayoría de los luchadores tienen querencia a una maña; bien es cierto que se repite que los mejores han sido los que las daban todas o casi todas —Bernardo, Juanito, Ernesto, Nacho, Tasio, Héctor, Clemente...— pero hasta estos tenían predilección por alguna; por ejemplo, Ernesto en caso de apuro le tenía mucha fe al garabito, una maña poco usada y, por ello, poco esperada por el rival.

La mediana tenía fieles que daban todo por trabarla: los Cerezal de Corcos, Chispi o Arturo El Rebeco Pero hay casos más singulares, el de luchadores «no tan de la elite» que eran grandes maestros en una maña y disfrutaban con ella, hasta el punto que algunos reconocían que cambiarían la victoria «de otra manera» por una buena caída a su maña.

Un ejemplo fueron los hermanos Cerezal, de Corcos: Felipe, Daniel y Jesús fueron los que más lucharon y se iban pasando el apodo uno a otro de El Rey de la Mediana. Todos los usaban y abusaban, y todos eran felices si les salía. Igual que Luis Cano, Chispi de Sahechores, que lo reconoce con frecuencia: «Para mí dar la mediana lo era todo». Otro fiel de esta maña era Arturo El Rebeco, de Lugueros.

Tenía muchos seguidores la mediana porque cuando se da bien hay pocas estampas más bellas en la lucha, solo comparable a los voleos con cruce o cadriladas como las que daba, por ejemplo, Jorge del Blanco o Pedro Mancebo, por citar a dos de Taranilla.

Pero en el recuerdo del espectáculo por el espectáculo los aficionados siempre tienen en mente un nombre: Felipe Suárez, de Campohermoso. Capaz de hacer todo en un corro. O nada.
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