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Con nombre de mujer

22/12/2018
 Actualizado a 13/09/2019
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A Jennifer le gustaba bailar y vivía con su nieta. Laura ahorraba todo lo que podía para volver con su niño, porque les separaba un océano inmenso. Cuatro hijos tenía Pilar, venía de visitar a su madre. Cada día, nada más amanecer, sale al campo el hijo de María Adela, aún oye su voz en la casa. Paz tocaba la guitarra y cantaba muy bien, como Amy Winehouse, dicen. Lola tenía tres hijos; Paty, dos; Carmen, una niña. De Colombia había llegado Doris, que daba charlas sobre la labor solidaria que había hecho en su país. Los niños ya se habían ido al colegio cuando sonó el timbre y María José y su madre, Florentina, recogían la mesa del desayuno. Silvia había denunciado tres veces. Mar y Vane tenían sólo veintiún años, a sus amigas las tortura el insomnio. Los hijos de Marisa sobreviven como pueden a la soledad y a la adolescencia. Pepa era una mujer fuerte, no le quedaba otro remedio. El mismo día negro de junio, Magdalena y Francisca. A Raquel le pirraban las motos y los tatuajes; este año Papá Noel no podrá traerle a su hija lo que quiere. Hacía calor aquella noche de julio, la última de Martha. Cristina iba a terminar la primera semana en su nuevo trabajo como ayudante de cocina, sus hijas ya dormían. Ali tenía una vida casi invisible, fue la número veintiuno. Duele escribir: Paula y sus dos hijas pequeñas, de dos y cinco años. Por las calles de Astorga, Maribel ya no verá correr a su nieta. Agosto en Barcelona, Mari Paz. En esa ciudad, también Estela, que iba a casarse con él. Ese mismo mes: Leyre, Ana Belén, Ivanka. De la ucraniana N.B. ni siquiera se supo el nombre. Faltarán algunos más. Los vecinos de Eva la recordaron con pancartas y silencio en la calle, también los de Yesica. Una colecta en bares dominicanos logró que Joeh Esther volviera a su país, aunque no pueda verlo. Dos de los cuatro hijos de María de los Ángeles sí lo vieron todo. Las hijas de Maguette dijeron a los agentes: «mamá está dormida». Nuria acababa de recibir los papeles del juzgado, ya era libre. Manoli y Ana habían denunciado. En octubre: Aicha, Fátima, Yolanda, con media vida por delante. Sacra le había dejado hacía apenas un mes, pero fue a buscarla a la tienda de muebles en la que trabajaba.
Y Laura, que sabía pintar la libertad.
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