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Con los guevos acartonaos

09/02/2020
 Actualizado a 09/02/2020
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Somos muy dados a maliciar y maliciamos que ahora nos mandan pedir la independencia para que se nos olvide lo que no tiene vuelta de hoja.
¿Qué maliciamos? Cuando en el pueblo cualquier vecino te dice lo guapísima que es tu hija, lo listo que es el rapaz y lo bien que le sienta el moño a la parienta te echas a temblar, ¿qué embajada traerá?

Pues ahora resulta que cuando tenía que hacer un frío que andas todo el día con los guevos acartonados —y en el género femenino lo que corresponda—pues resulta quenos viene el calor a estrompatalego, con tanta virulencia que tenemos miedo que se nos meta ya la canícula y nos entre la furfuga de la calor como cuando le atacó a la a la Duquesa de Alba y se le despertó el amor por un funcionario —para los que decís que no trabajan nada— con tal formigueo de fogosidad que hubo que estañarle la zona del cocix porque lo hizo trizas. No se volvió a conocer otra tal, y dicen péritos m uy formales que no puede haber más explicación que la calor, que tenían ambos dos la quijotera más recalentada que las cenas de Cuatropadres en el microondas.

No es que seamos de maliciar, que lo somos, pero nada más que vino la calor antes que la nevada ya llegaron los sucedáneos de las peores experiencias, como cuando la peste porcina nos tuvo haciendo el cocido con lubina, que ya hay que tener hambre. A Farraperas, sin ir más lejos, le ha dado por ducharse porque dijo Arguiñano que era bueno.

- ¿Para el cocido?
- No, para el virus.

Y a la pedanía no le ha quedado más remedio que amonestarle por el derroche de agua, potable además, que se había quedado en ducharse sólo en caso de extrema necesidad para que los veraneantes llenen la piscina.
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