'Con la ULE al fin del mundo'

La ‘leonesa’ Mariluz Parga viaja este mes a la Antártida para trabajar con lobos marinos y evidenciar el cambio climático

Víctor S. Vélez
18/02/2019
 Actualizado a 17/09/2019
Mariluz Parga (izquierda) y Marta Regueiro (derecha) con los equipos que se emplearán en la expedición antártica. | L.N.C.
Mariluz Parga (izquierda) y Marta Regueiro (derecha) con los equipos que se emplearán en la expedición antártica. | L.N.C.
Un pedazo de León llegará este mes de febrero a la Antártida. La ex alumna de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León (ULE)Mariluz Parga emprenderá un viaje a la base militar de la Isla Decepción, en el austral archipiélago de Shetland del Sur, para evidenciar los efectos del cambio climático.
En concreto, esta ‘leonesa de adopción’ trabajará con lobos marinos para ver como el cambio climático ha afectado a la forma de alimentación de los animales antárticos y, por tanto, a su capacidad de supervivencia. «Hay más especies en la misma situación, el lobo marino es un ejemplo de cómo afecta el cambio climático pero lo escogimos por ser un depredador que está en la parte superior de la red trófica», explica Mariluz Parga.

El principal alimento de estos animales es el krill, un crustáceo cuya población depende de la presencia de hielo flotante. El cambio climático está reduciendo la cantidad de hielo que se forma durante el invierno de la Antártida, con la consecuente escasez de krill que repercute en la alimentación de muchos animales. «No es tanto saber si el animal va a llegar a extinguirse o no, más bien queremos hacer un estudio global del cambio climático y establecer relaciones entre esa cuestión y la situación de los lobos marinos. También hay otros temas que les están afectando como el turismo que desplaza sus loberas», apunta.

La aventura que llevará a una expedición de cinco personas al ‘fin del mundo’ comenzará este miércoles, 20 de febrero, y se prolongará en el Polo Sur durante el siguiente mes y medio. El proyecto está financiado con fondos estatales y para hacerlo viable se desarrollará en el verano antártico que, no obstante, cuenta con una temperatura media de cero grados, «aunque también es habitual encontrar temperaturas bajo cero».

El día a día en la base

Durante el viaje se colocarán transmisores a una quincena de lobos marinos, para lo que será necesario sedarles, y a otros cinco, capturados mediante redes, se les tomarán muestras en la sangre, para conocer su alimentación de los últimos meses, y en los bigotes, donde se puede ‘leer’ todo lo que han ingerido en los cinco años anteriores. «Saldremos por la mañana temprano con una barca hinchable hasta la lobera en la que vamos a trabajar acompañados por un par de militares de la base. A los animales les colocaremos un transmisor de satélite en la zona del cuello con una resina que tardará una media en secarse por el frío antártico», comenta la veterinaria formada en León.

No obstante, según asegura Parga, muchos días no podrán salir de la base por las condiciones climatológicas adversas puesto que si «hace mala mar, ventisca o cinco grados bajo cero no se podrá trabajar». «No queremos poner en peligro ni a nosotros ni a los animales», repite la experta y responsable de la Fundación Submon a modo de máxima para esta aventura.

La ULE colabora en la aventura

Aunque bilbaína de nacimiento, Mariluz Parga estudió en León y trabajó varios años en el departamento de Cirugía Veterinaria de la ULE al que siempre ha seguido ligada. De hecho, preparando este proyecto se puso en contacto con su amiga Marta Regueiro, responsable del Servicio de Anestesiología del Hospital Veterinario de la ULE, para pedir ayuda con el sistema de ventilación necesario para el trabajo de campo con los lobos marinos. «Me comentó que tenían que hacer sedaciones en los animales para colocar unos sensores y me pidió asesoramiento anestésico a nivel de protocolos y de fármacos», explica Regueiro.

No obstante, la vinculación de León con este proyecto no acaba aquí puesto que la respuesta a los problemas de ventilación a la hora de colocar los transmisores llegó desde el Hospital. «Necesitaban un ventilador que fuera cómodo y práctico por lo que nos pusimos en contacto con José Manuel Lavigne, responsable de la Unidad de Electromedicina del Hospital de León, quien consiguió que la empresa Dräger cediera unos equipos que se usan en emergencias», señala Marta Regueiro. Se trata de unos ventiladores autónomos y de pequeño tamaño que, según Parga, son «perfectos» para la investigación que se realizará en la Antártida con una población de lobos marinos.

Aunque en esta expedición a los confines más gélidos del planeta acudirán investigadores de la Universidad de Barcelona, la responsable del Servicio de Anestesiología no descarta que «en próximos viajes vayan miembros de la ULE». Quien sí aportará al proyecto el bagaje aprendido en León será Mariluz Parga. Una mujer que se define como «aventurera» y que no teme enfrentarse a este reto pese a haber trabajado principalmente en aguas «más cálidas», sobre todo con tortugas marinas, de países como Brasil, México, Ecuador o Perú.
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