Alfonso B&W

Con la música a otra parte

21/04/2016
 Actualizado a 07/09/2019
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Siempre he sido de ideas fijas. Difícil resulta hacerme cambiar de criterio una vez que adopto una decisión. Aposté por hacerme periodista en quinto curso de la siempre añorada EGB y aquí me tienen pese a que cada día piense más en cómo poner en marcha la fábrica de madreñas con mi gran amigo Félix y así poder gritar a los cuatro vientos que me vuelvo al pueblo.

Pero siempre hay que apechugar con las decisiones que uno toma. Y más aún si hablamos de la cosa pública. Cuando se anuncian medidas de forma precipitada y sin escuchar previamente a las personas que van a verse afectadas por las mismas, puede pasar que el instrumento se desafine y el concierto se suspenda por inclemencias sociales con independencia de que la solución adoptada sea buena o mala. Porque los tiempos han cambiado y la ciudadanía ya no está por la labor de ser tratada como un rebaño de ovejas.

Más difícil aún es sacar adelante el espectáculo cuando en él deben actuar hasta tres orquestas distintas. Da exactamente igual que tengan el mismo representante, porque en esto de la cosa pública ya se sabe que el verdadero enemigo está al lado y no enfrente (los partidos se llaman así porque no están enteros). Y si los teloneros son los precursores de la nueva política que deciden a golpe de encuesta resulta imposible que puedan interpretar al unísono 'The show must go on'.

Es por eso que a los gestores de la cosa pública no les ha quedado más remedio que enfundar sus instrumentos, cargarlos en la furgoneta e irse definitivamente con la música a otra parte.
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