09/09/2020
 Actualizado a 09/09/2020
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Casi nunca recuerdo los sueños –los que se me representan por la fantasía mientras duermo, no lo otros que en mi necedad aún anhelo– si no, hoy bien podría afirmar haber tenido una pesadilla en la que me descubría viviendo, en vez de en un Estado de Derecho, en un Estado de desecho.

Menos mal que al aplicarme la matutina afusión recordé que, de madrugada, había encendido y colocado el transistor bajo la almohada y caí en que la desazón no había sido más que el efecto de las oídas noticias sobre el –presunto, que no falte– patriótico hacer del beato, perdón, exministro del interior del PP, Jorge Fernández Díaz y otros órganos superiores del Estado en su desvelo público por, digamos, blanquear los papeles de Bárcenas, el avieso tesorero de las populares financiaciones y de los sobres ‘b’ a… ¡Pena de espacio!

Comprobé, no obstante, que la difusión de tales –presuntos, que no se me olvide– desmanes viene de la mano y voz de quien fuera secretario de Estado de seguridad (¡casi ná!). Si no hubiese pensado yo que sufría un agravamiento de mi barahúnda crónica.

¡Demonios!, menos mal que ha dicho exministro del interior del PP, Jorge Fernández Díaz, nunca le faltó una gran efusión espiritual hacia las vírgenes católicas de varia advocación. Hasta el punto de condecorar a una de ellas con la medalla al mérito policial, como que una currante de nuestros cuerpos de seguridad fuese. Se me aparece y para una de esas vírgenes que el DLE fija por antonomasia y me creo enfermo de sufusión y raudo me aplico una perfusión de colirio o, lo más fácil, me perturbo más. Qué bien que no le dio por los demonches.

No me agrada esta profusión de noticias sobre los presuntos quehaceres del PP en sus ¿populares? gobiernos. No saben cómo me gustaría saberlo parte, en verdad no sólo de verbo declarativo, de las derechas más centradas de Europa. Quizás así las izquierdas españolas pudiesen descentrarse un poco y acometer mejores políticas populares –estas sí– que, como bien fija el mataburros, estén «al alcance de la gente con menos recursos económicos o con menos desarrollo cultural». De eso se trata, de mejorar el vivir de los más, no el de los menos.

Pero no me hagan caso, después de oír a Elvira Rodríguez, diputada y vicesecretaria general del PP, con motivo de la fusión entre La Caixa y Bankia, quizás todo sea que yo soy un ensoñador marxista por el mero hecho de desear que en España sí haya una banca pública. Qué sectaria confusión.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos. Cuiden, cuídense.
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