06/05/2018
 Actualizado a 14/09/2019
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Es que no paran. Fue el día 1, en horas de reivindicaciones laborales y de manifestaciones sindicales. Y ellos, como el dinosaurio, seguían allí. Con su stand y sus folletos. Con afán, que no con entusiasmo, por eso de la etimología de esta palabra («estar inspirado por Dios»). Eran los miembros de Europa Laica. Merecedores de admiración por su dedicación animosa y persistente, digna, creo, de mejor causa. Ahora andan empeñados en conseguir la separación entre el Estado y las religiones. ¿Con qué estrategias? Parece ser que en estas fechas la ofensiva apunta a acabar con las ayudas económicas, en nuestro caso, a la Iglesia Católica (aunque sea sesgando y manipulando algunos datos). ¿Dónde situar la diana? El calendario se lo brinda: en la declaración del IRPF. No se les ocurra, dicen, poner la X en la casilla de la Iglesia; ni tampoco la pongan en la de ‘fines de interés social’, porque, entre otras cosas, añaden, servirá de doble financiación a la Iglesia.

Marxismo clásico en estado puro: cambie la infraestructura económica y cambiará lo demás. O sea, corte el oxígeno pecuniario y conseguirá lo que en el fondo pretende con esta ocurrencia: erradicar la fe religiosa del mapa. Otra vez marxismo puro: la religión, cualquiera que sea y del tiempo que sea, es siempre una adormidera del pueblo.

Habrá sido cierto en algún lugar y en alguna ocasión. La historia es muy larga y muy variada. Pero no se dé valor universal a lo que ha sido puntual y excepcional. Como tampoco es bueno tener detenido el reloj en el siglo XIX. Da la impresión de que la savia nutricia de su corriente es el anticlericalismo tan abundante entonces. Parecen seguir siendo vasallos de pensadores y creadores artísticos radicalizados en una izquierda que, desgraciadamente, parece poner más subrayados en la idea de que la mejor iglesia es la que arde que en el avance de la justicia social. No hay modo humano de que perciban con objetividad las aportaciones que la fe ha hecho y hace a la felicidad de las personas, a la brega por las grandes causas, al desarrollo de la filosofía, de la ciencia y del arte, a la denuncia profética de las injusticias, al acompañamiento a los que están al borde de la exclusión, al cobijo de los descartados. Otro día, más.

Y una posdata, metida de rondón, pero absolutamente justa y necesaria. Y por este conducto: mi agradecimiento total a cuantos ese mismo día 1 me hicieron pasar un rato, malo y reconfortante a la vez, con especial mención de ‘Toñín’, el liante mayor del reino. Mil gracias.
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