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Con el ego argentino

16/03/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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El chiste que hace unos días contó el papa Francisco a una periodista, bromeando sobre la idiosincrasia de los argentinos y la consabida falta de humildad nacional, me parece perfecto para ilustrar con un ejemplo de la actualidad como algunos pueden llegar a tener el ego tan subido que no dudarían en afirmar que el exceso de vanidad es un don con el que tuvieron el privilegio de nacer.

El egocentrismo es una particularidad de cualquier ‘che’, perfectamente asumida por cualquier europeo, pero que en el pontífice también parece ser una excepción más para confirmar que, aparte de humilde, es un hombre genial. «¿Usted sabe cómo se suicida un argentino?; se sube arriba de su ego y de allí se tira abajo». Escasas palabras pero tan fascinantes y con altas dosis de sabiduría como las que durante estos dos años Francisco nos ha ido aportando en homilías, entrevistas o conversaciones informales donde se conoce a la persona más allá de la barrera del cargo.

Al escribir estas líneas recuerdo a un hombre con una carrera judicial notable y un bagaje cultural impresionante pero capaz de presentarse como «un bañezano sin biografía» un día después de que otro bañezano, sin más semblanza que un jubilado aficionado a la fotografía, se exhibiera como director de cine para hacer alarde de un Power Point de gusto dudoso y, evidentemente, con su nombre en unos créditos tan crecidos como el ego... y sin haber pisado Buenos Aires.
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