10/03/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Las comparaciones son siempre odiosas, pero mucho más si una se atreve a comparar el número de personas que acudieron ayer a la manifestación en defensa de la educación pública y el número de personas que acudieron a la que se conoce como ‘madre de las espichas’, la que se celebró con motivo de las fiestas de Industriales. De la primera de ellas hay cifras de esas contradictorias, que cuando ves lo que dicen los organizadores y lo que dice la policía es como cuando uno del Barça dice que la remontada fue histórica y uno del Madrid que fue un auténtico robo. Por cierto, como gocé. El caso es que no se deben sacar conclusiones de qué es lo que más moviliza a la gente, si la reivindicación o la fiesta, porque se puede una desanimar de lo primero y animar para lo segundo.  Lo que se entiende aún peor es la postura de algunos empresarios del sector de la hostelería, que llegaron a denunciar por competencia desleal esa fiesta, a pesar de lo que nos ha costado poner de acuerdo al Ayuntamiento y a la Universidad en un asunto como éste. Parece que les molesta que haya tanta gente por la calle, que digo yo que aunque estén en la famosa espicha no dejarán de pasar por delante de sus establecimientos y, con suerte, entrar. Paso lo mismo con la procesión de Genarín. Luego dicen que los ganaderos y los agricultores son llorones, que nunca están contentos, ni si llueve ni si no llueve, ni si dan subvenciones ni si no las dan, pero lo dicho, que las comparaciones son siempre odiosas.
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