Compañías editoriales para no volver a ser los mismos

Ana Cristina Herreros Ferreira decidió crear en 2014 y en Madrid –su lugar de residencia– la editorial Libros de las Malas Compañías, una aventura en la que se embarcó con la también leonesa Anaïs González para constituir una empresa que es más «un modo de vida»

Mercedes G. Rojo
28/07/2020
 Actualizado a 28/07/2020
Ana Cristina Herreros recogiendo narraciones en Sahara.
Ana Cristina Herreros recogiendo narraciones en Sahara.
«Queremos ser esa amiga, ese amigo, que te lleva a lugares poco cómodos y peligrosos. El peligro que proponemos es que no vuelvas a ser el mismo».
(Ana Cristina Herreros.  De ‘Libros de las malas compañías’)

Hoy nuestros pasos se van a adentrar por unos caminos editoriales muy particulares, porque en su recorrido nos iremos encontrando con una de las principales fuentes que surten el mundo de la literatura y que no son otras que la tradición oral, la tradición oral de nuestra cultura pero también la de otras muchas culturas olvidadas o relegadas y en las cuales, sin embargo, podemos encontrar hermosos mundos que nos llevan a encontrarnos con todo aquello (sentimientos, esperanzas, emociones, experiencias…) que ha acompañado al ser humano desde el principio de los tiempos dejándonos la huella de lo que ha sido, de su evolución, para dar paso a lo que ahora mismo es y tal vez a lo que pueda llegar a ser. Este camino lo haremos al lado de Ana Cristina Herreros Ferreira (León, 1965), quien impulsada por sus sueños, que continuamente la llevan a indagar en el mundo de la narración, en el que también se mueve como Ana Griott, decidió crear, en 2014 y en Madrid –lugar donde tiene fijada su residencia habitual– la editorial Libros de las Malas Compañías, una aventura en la que se embarcó con la también leonesa Anaïs González para constituir una empresa editorial que más que empresa es «un modo de vida» apoyado desde una asociación con el mismo nombre; una particular «agrupación» en la que Ana «sueña los libros», encargándose de todo lo que tiene que ver con la edición, mientras que Anaïs «se encarga de que esos sueños sean posibles», a través de la relación con las libreras, de las redes sociales, de las ventas online, del marketing, de la prensa...

Para Ana Cristina Herreros, quien se define a sí misma como «narradora a contracorriente, escritora nocturna y editora sonámbula» a quien sólo guían sus sueños, no es ésta su primera experiencia en el mundo editorial, pues desde su llegada a Madrid, allá por 1987, trabajaría como correctora, editora, directora de colección y escritora, en Ediciones Siruela. Tal vez el germen de su actual trabajo en su propio sello provenga del año 2012, momento en el que le acaecieron dos circunstancias importantes para ella; por un lado, compartir con Michele Obama el Diploma de Honor de la Fundación Dieta Mediterránea, por su trabajo como investigadora de tradiciones orales y sus libros de Cuentos populares del Mediterráneo; por otro lado, un hecho mucho menos agradable aunque fuera sin duda el inicio de lo que hoy enmarca esta forma de vida que es como ella considera este proyecto de ‘Libros de las malas compañías’. Tal suceso fue la descatalogación de su primer libro publicado motivo por el cual le pidieron su firma para proceder a la destrucción del mismo, 2.644 libros que, al no ser firmado tal permiso, le fueron devueltos, pasando a hacer posible una biblioteca en Casamance (Senegal).

Y así fue como comenzó una nueva editorial Libros de las Malas Compañías, con un nombre elegido en base a lo que quieren ser: «gente desobediente y caprichosa, que publica lo que le da la gana y no obedece a ningún mercado ni ninguna tendencia, que no acepta clasificaciones que tienen más que ver con hacer productos identificables en las mesas de los libreros que por hacer literatura»; un sello basado «en el respeto del medioambiente (solo usamos papel que proceda de bosques gestionados de manera sostenible), en el respeto a las personas (solo imprimimos en lugares donde haya legislación laboral y medioambiental: en Móstoles), en el respeto a las libreras (solo vendemos en librerías, nunca en grandes superficies)», que además devuelve una cantidad de las ventas (entre el 4-10 %) «a las comunidades invisibilizadas que nos cuentan sus historias, sus cuentos». Y es que su fondo editorial «se compone sobre todo de cuentos tradicionales, cuentos que proceden sobre todo de ámbitos rurales, y que por ello hablan de todos esos valores que han permitido que la sociedad (rural hasta el siglo XX) se haya perpetuado: el cuidado mutuo, la necesidad de establecer redes de apoyo, la lealtad, la honradez…», como los que se dan cita en su colección ‘La gente también cuenta’ en la que «se puede escuchar la voz de colectivos invisibilizados: gente con autismo, gente sin hogar o gente refugiada»; u otras dos de sus colecciones que dice son las que más peso editorial tienen: ‘Cuentos antiguos’, repertorios de cuentos de los primeros recopiladores: ‘Asbjornsen & Moe (Cuentos noruegos)’, ‘C. G. Campbell (La novia del mar, y otros cuentos de las tribus árabes)’; y su ‘Serie Negra’, colección en la que han ido publicando las narraciones escuchadas en Senegal, Mozambique, campamentos de refugiados del Sáhara o en la selva de Camerún, libros que «ilustramos con los niños y con el dinero que recaudamos con las ventas tenemos proyectos en los lugares que nos entregan sus cuentos: un proyecto de alfabetización con mujeres en Casamance, un proyecto ocupacional con personas con albinismo en Mozambique…»; libros que a partir de septiembre se ampliarán con el proyecto ‘Serie Negra Mini’, destinado fundamentalmente a colegios, conformado por la publicación de siete cuentos de Senegal en castellano y en francés, con los que «los coles que adquieran los libros de esta Serie podrán vincularse con una escuela en Senegal a la que entregaremos gratuitamente la misma cantidad de libros que la escuela adquiera. Queremos que lean juntos». Toda una declaración de intenciones. Además, a mayores de estas colecciones cuentan con otras no menos interesantes, como: – ‘Libros crecederos’, «porque, si un libro no crece con el niño, no es literatura».– ‘Artefactos’, compuesta por libros con formatos diferentes, libros «objeto» como un libro acordeón, un libro poster dentro de una caja, un mazo de postales que son un juego poético. – ‘O Caprichos’, en la que cualquier cosa puede tener cabida. Es esta editorial que hoy nos ocupa un sello gestionado por dos mujeres que se respetan mucho en ese mundo editorial en el que quienes «dirigen los grandes grupos suelen ser hombres, sobre todo porque muchos de ellos, sobre todo los que se ocupan del libro infantil y juvenil, están vinculados con la Iglesia. Ellos son los que mueven y manejan las grandes cifras de ventas». En medio de esa realidad Ana Cristina y Anäis, que se enorgullecen de contar a su lado «con un equipo de sabias que nos asesoran cuando lo necesitamos y de un montón de gente que cree en nuestra forma de vida», se enorgullecen de ser «pequeñas» y de hacer libros «pequeños», declarando su intención de seguir por dicho camino, un camino que las lleva a la distribución directa de sus libros «en unas doscientas librerías en todo el territorio nacional - escogidas por el cuidado que ponen en la venta de los libros y en el trato a las autoras- (…) además (de) dos distribuidoras de ámbito nacional con las que no tenemos exclusividad porque, como malas compañías que somos, no nos casamos con nadie». Y se ocupan personalmente de las presentaciones de sus autoras en las librerías que las apoyan, como una parte esencial de la relación de cuidado y de respeto mutuo, una relación donde «no hay complejidad (porque) es una relación simple como un anillo, como un compromiso», que establecen con cada una de ellas.

Como a todo el mundo en este sector, la pandemia les ha caído a estas leonesas del panorama editorial como un jarro de agua fría, truncando muchos proyectos pensados o iniciados pero también obligándolas a reinventarse: «No podíamos vender libros pero había que pagar a la imprenta. Gracias a la respuesta de la gente, que nos ha apoyado inscribiéndose a nuestros cursos, que ha aportado económicamente para que pudiéramos seguir con nuestros proyectos en África, que ha mostrado su solidaridad y su cercanía, esta difícil situación se ha convertido en una de las más bellas». Y ahora llega el momento de seguir adelante. Entre sus proyectos más inmediatos, este verano nos podremos encontrar a Ana Cristina Herreros y a su equipo en tierras leonesas, concretamente en su cuenca minera, donde pretenden «escuchar a los afrodescendientes y a las mujeres». En este viaje se unen también dos de sus prioritarios intereses, la recuperación de la más que rica tradición oral de África, continente al que viajan cada año para seguir trabajando es esas recopilaciones con las que tanto nos hacen disfrutar y que este año, ante las circunstancias sanitarias que les impiden viajar hasta allí, sustituirán con un proyecto no menos interesante como es la edición de los cuentos de la población minera afrodescendiente en nuestra provincia; o la recogida de los cuentos que cuentan las mujeres en León. Y es que en una provincia como la nuestra donde se da sino la mayor concentración de escritores y escritoras por metro cuadrado en España sí una de las más altas, y una de las tradiciones orales más ricas de la península, desde donde se ha conseguido para el filandón el reconocimiento de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad otorgado por la Unesco, a menudo se olvida que «esos cuentos del filandón eran cuentos que contaban las mujeres mientras hilaban, aunque ahora se asocien a escritores leoneses».

Y ya en otoño, allá por octubre, si la pandemia les da tregua para su impresión y distribución, nos regalarán con dos nuevos títulos ‘La verdadera historia de la rata que nunca fue presumida’ y los ‘Cuentos de los pigmeos baka de Camerún’, que como Ana Griott ya ha compartido en nuestra ciudad. Así que ya saben, les invito a descubrir este sello editorial y sus increíbles aportaciones al mundo de la narración.
Lo más leído