Alfonso B&W

Compañeros de trinchera

17/09/2020
 Actualizado a 17/09/2020
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Contaba mi abuelo Basilio con cierta asiduidad muchas de las vivencias que le dejó su paso por la guerra, como la de una noche en la que mató un burro al pensar que se trataba de un enemigo que no se detenía después de haberle echado el alto o la de otra en la que durmió junto a un cadáver que estaba cubierto con una manta igual que la de uno de sus compañeros de trinchera.

Pero la que realmente me ayudó a entender cuando era un mico lo que supuso aquella barbarie fratricida fue la historia de dos hermanos a los que por azar les había tocado luchar en bandos contrarios. Uno de ellos murió de un infarto al ver al otro con el torso de su cuerpo reventado a raíz de una explosión, pero finalmente este último pudo contarlo. Después de haber vivido semejantes situaciones y de haber podido disfrutar décadas más tarde de la democracia, pienso que a mi abuelo Basilio no le importaría el lugar en el que estuviera sepultado el dictador o que se abriesen las cunetas para poder redimir la memoria de los represaliados.

En realidad, a nadie debería perturbarle que se haga memoria democrática, objetivo para el que la inefable vicepresidenta de este nuestro país –la misma que dijo aquello de que el dinero público no es de nadie– ha preparado una nueva ley que pretende «dar paz al pasado y construir futuro». Tela.

Porque a nadie debería molestarle hacer memoria democrática si no hubiera lagunas por el camino. Es totalmente respetable que se pretenda resarcir a las familias de las personas que aún yacen en las cunetas, pero es despreciable que al mismo tiempo no exista memoria democrática para las que perdieron la vida tiradas en una acera o en un bosque con tres disparos en la nuca o después de haber saltado por los aires con su coche al estallar una bomba en sus bajos. ¿Qué lecciones de memoria democrática nos puede dar el presidente aviador después de lamentar profundamente la muerte de uno de los que apretaban el gatillo o accionaban el detonador? Y todo para mendigar cinco apoyos a unos presupuestos que también se están pasteleando con aquellos que, en lugar de dos Españas, aspiran a que no haya ninguna.
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