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Compañero y sin embargo amigo

25/04/2023
 Actualizado a 25/04/2023
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El apelativo compañero siempre ha tenido un significado especial para mí, me reconforta escucharlo a quienes se han ganado esa confianza y cuando lo pronuncio lo acompaña un trocito de mi rojo y palpitante corazón. Es por ello que me apena escuchar cómo se dice a la ligera y se disuelve como un azucarillo en los labios de quien lo malvende a precio de saldo en esa impostura que nos rodea por tierra, mar, aire y teléfono móvil. Se trata de una palabra con muchas acepciones, en todas encierra en algún sentido el concepto de «acompañar» en esta loca historia que llamamos vida, pero no lleva implícito el concepto de amistad, esto que es obvio si una consulta el diccionario, a mí me ha llevado muchos años descubrirlo, como decía mi madre «tan lista para unas cosas y tan tonta para otras...» pues será verdad, o a lo mejor se ajusta más a la realidad un «se hace lo que se puede».

Compañeras y compañeros han sido, son y serán las que comparten ideas políticas o pertenecen al mismo partido o asociación sindical que otras de la misma ideología. Efectivamente nadie habla de amistad pero desde mi humilde entendimiento sí me parece necesario que implique lealtad. ¡Este melón sí que es complicado de encetar! La lealtad merecería una tribuna para ella sola, ese concepto abstracto tan traído y llevado que deambula sin saber muy bien quién es. La RAE lo define como«cualidad de leal, que guarda a alguien o algo la debida fidelidad», es curioso observar qué definición le da cada persona que utiliza el término, leal es «el que me guarda fidelidad a mí, haga lo que haga y traicione lo que traicione sin que yo tenga ninguna obligación de hacerme merecedor de esa lealtad exigida». Personalmente pienso que si compañeras y compañeros son las que comparten una ideología, la lealtad debe ser entendida hacia esa ideología o manera de pensar, acertada o erradamente, no a personas concretas que piensan que la lealtad se prostituye al mejor postor como decía el gran Groucho: «Estos son mis principios. Y si no les gustan tengo otros».

El necesario debate de ideas presente en la izquierda es seña de identidad de la misma a lo largo de la historia, una de las mejores narradoras que lo explica, desde mi humilde opinión, es Almudena Grandes en sus «episodios de una guerra interminable», apasionantes libros para comprender que la «guerra» entre los partidos que representan a la izquierda ideológica no es nueva y es legítima cuando el debate son las ideas e insoportable y dañina si el debate es la escalera... «Y ahora que ya no hay trincheras, el combate es la escalera, y el que trepe a lo más alto, pondrá a salvo su cabeza, aunque se hunda en el asfalto la belleza...». Aute dixit. El ataque incesante, programado con premeditación y alevosía desde la sempervivum cúpula de poder de podemos al gobierno al que pertenecen ni es legítima ni leal. No me parece desleal no votar a favor de una propuesta que no comparten, ni su argumentación en contra, ni la divulgación de sus motivos, lo que no comparto en absoluto es el ataque furibundo a quienes han hecho posible todas las leyes que han supuesto un avance social (incluida la ley sólo sí es sí) y la conquista de derechos de las mujeres en este país con el único objetivo de ejecutar una estrategia preelectoral sin pensar en el dolor y sentimientos de las víctimas de maltratadores y violadores con rebaja de penas. Política también debe ser rectificar si el resultado de las mejores medidas no es el esperado. Abrazar el populismo, algo demasiado frecuente últimamente, es una salida fácil a la desafección de la gente por la política pero puede ser una trampa mortal que ilusiona pero está vacía y solo es eso, una ilusión.

La imagen de Ione Belarra e Irene Montero solas, abrazadas, vestidas de morado en el hemiciclo no me representa ni como mujer ni como política, sólo se quedó sola su propuesta en la sede de la soberanía popular, respeto que defendieran su postura hasta el final, pero no pueden arrogarse la representación del feminismo, movimiento conformado por las mujeres del mundo que está fuera de la tutela de partidos políticos, sindicatos ni de ninguna asociación que decida monopolizarlo. Y a pesar de todo siempre hay que seguir y la ley sólo sí es sí es una realidad como tantas otras que han labrado el camino de la igualdad y tantas que nos quedan por conquistar con debate siempre, porque donde no hay debate solo hay dinero. «A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero…».
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