"Como todo lo valioso, la escritura cuesta, y mucho"

Manuel Cuenya profesor de los talleres de escritura de la ULE

Mar Iglesias
15/10/2018
 Actualizado a 12/09/2019
Manuel Cuenya, profesor de los cursos de escritura. | M.I.
Manuel Cuenya, profesor de los cursos de escritura. | M.I.
Regresa con los talleres de escritora de la ULE (de iniciación en León y avanzado en Ponferrada) detrás de los que lleva dos décadas. Del 5 de noviembre al 27 de mayo el de Ponferrada, completando 60 horas y del 7 de noviembre al 30 de enero el de León,con 30 horas y para 15 alumnos cada uno, Cuenya vuelve a compartir lecturas y sobre todo letras con un conjunto de escritores en ciernes que buscan otra manera de comunicarse que nace en su interior.

– Veinte años detrás de talleres de escritura ¿qué balance hace, es algo que cuesta aprender o, de alguna manera, tiene algo de innato?
– La escritura creativa, aparte de un arte, se aprende con la práctica, con entrenamiento, leyendo y escribiendo sin parar. Escribir requiere de todo el tiempo del mundo. Se escribe, incluso, aunque sea imaginariamente, cuando uno está paseando, cuando uno está fregando. ..Y sin lecturas, críticas, analíticas, no hay posibilidad de escribir medianamente bien. La lectura como algo esencial, insustituible. La lectura como algo activo, creativo, mejor dicho, constructivo. Quizá sea necesario un don, un talento, para escribir. Pero lo mejor es que la escritura nos pille trabajando, porque unas palabras, unas frases nos llevan a otras. El lenguaje es pensamiento. La escritura tiene que fluir. Pero para que eso ocurra hay que dedicarle miles de horas, todas las que podamos. O sea, que, como todo lo valioso, la escritura cuesta, y mucho.

– ¿Cuáles son las principales carencias y fallos de los que pretenden iniciarse en la escritura?
– Quizá las principales carencias sean el desconocimiento de que hay técnicas. Hay formas de narrar que se deben aprender, como saber desde qué punto se va a contar, a quién se le va a contar una historia… cómo son nuestros personajes (¿resultan creíbles, están bien diseñados?), ¿el relato tiene una estructura precisa, cuál es el tono o tonos y los registros lingüísticos que requiere tal o cual narración, etc.? Cualquiera podría atreverse a contar una historia. Todos tenemos historias que contar. Pero lo importante es cómo las vamos a contar para que interesen a los lectores. Lo esencial, aun antes que el contenido, es el continente, la forma, el estilo. Por eso hay que practicar. Hacer ejercicios de estilo. Narrar incluso la misma historia desde diferentes puntos de vista. Respecto a los fallos habituales, podría decir que, entre estos fallos, estarían el caer en los tópicos, en lo que ya está dicho y redicho hasta la saciedad. Contar algo, para que tenga enganche, chispa, es como si volviéramos a contarlo de nuevo, como si fuera la primera vez que lo contáramos. Que se tenga al menos esa impresión. Ahí reside parte de la magia o del misterio. Sólo con humildad y mucha inquietud lograremos nuestro propósito. Pero hay que quererlo de veras.

– ¿Hoy día sigue interesando leer o más escribir?
– Creo que cada vez se lee más, pero también se leen cosas insustanciales, que no aportan nada, o poca cosa. Uno se pregunta a menudo para qué se escriben tochos de más de 500 páginas, cuando uno podría decir eso en 50 o 60 páginas. Rulfo, por ejemplo, no llegó a las 500 páginas publicadas en toda su vida y está considerado como uno de los más grandes escritores de la Historia de la Literatura. Se lee más que nunca y se escribe más que nunca. Pero eso no quiere decir que seamos más listos. Hay evolución y también involución. Resulta en todo caso harto complicado la proeza conseguida por Cervantes con su Quijote. Me atrevería a decir (a riesgo de meter la pata donde no procede) que hoy interesa más escribir, acaso porque la escritura podría llegar a reportar beneficios económicos. Vivimos en un mundo hipercapitalizado. Mercantilista. Y todo se mide, se cuantifica en dinero.

– ¿Qué es lo que más cuesta a los alumnos entender para iniciarse como escritores?
– Pues creo que cuesta entender que para escribir medianamente bien hay que quemarse las pestañas leyendo día y noche, escribiendo, también día y noche, revisando y corrigiendo lo que uno escribe, pulirlo, depurarlo (la economía narrativa y la precisión son fundamentales) hasta el punto de que la escritura funcione, se entienda. Y si emociona y ayuda a reflexionar, entonces estamos ante una escritura artística, una prosa tocada por lo poético.

– Su consejo de inicio...
– Debemos ser humildes, trabajadores. Con humildad se puede aprender. Deberíamos dejarnos guiar, seguir modelos de escritura, descubrir diferentes escritores y escritoras, hasta encontrar nuestro modo de contar. Trabajar sin parar. No deberíamos creer que la escritura es inspiración, acaso transpiración.

– Una vez realizados estos cursos ¿alguno de sus alumnos se ha dedicado formalmente a la literatura de alguna manera?
– Por los cursos de escritura, tanto en León como en Ponferrada, han pasado diversos alumnos, algunos de los cuales, después de haber cursado los tres niveles (iniciación, medio y avanzado), sí se han dedicado a publicar libros, lo cual es un orgullo y satisfacción para el profesor. Y también existen casos en que están concursando en certámenes con magníficos resultados.

– Estos talleres ¿tienen un escalón a posteriori?
– La idea de estos talleres de escritura creativa es, en cierto modo, crear una cantera de autores y autoras, fomentar el gusto por la lectura y la escritura. La escritura, que, como sabemos, también cumple una función terapéutica, curativa. Nos ayuda a mantenernos en activo. Lo bueno sería que estos cursos de escritura no se quedaran en meros talleres, que, por otro lado, sirven para relacionarse con otros escritores, para re-descubrir asimismo que existen eventos literarios, certámenes... A través de estos talleres hemos logrado publicar una Antología de relatos con las hasta ahora mejores narraciones, algo que esperamos seguir haciendo, aparte de la plataforma periodística de La Nueva Crónica, que nos ha permitido publicar también, en sus páginas de verano, los mejores trabajos de fin de cada curso. Ojalá pudiéramos montar una Escuela de Escritura Creativa a partir del embrión de estos talleres. Pero esto es una utopía, no más.
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