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¿Cómo partirse una pierna?

24/09/2022
 Actualizado a 24/09/2022
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Los rusos preguntan a Google, que es el oráculo de Delfos del siglo veintiuno: ¿Cómo partirse una pierna? Las luces de los coches son luciérnagas que atraviesan lentamente la noche frente a las fronteras con Finlandia, Georgia, Mongolia, Kazajistán y Bielorrusia -que buscará a esas luciérnagas y las meterá en un bote para alumbrar a la Gran Rusia-.

Hay respuestas que se adivinan con las preguntas: ¿Qué futuro tiene un ejército de soldados que no quieren combatir?, ¿qué futuro unos territorios cuya amistad se obliga a votar buscando casa por casa, con un arma al hombro? Y sin embargo, más positiva: ¿qué futuro tiene una sociedad que se atreve a manifestarse a pesar de las consecuencias?

Esto me hace pasar del reclutamiento forzado de Vladímir Putin para la guerra en Ucrania a las forzadas condiciones de vida impuestas por Alí Jamenei y los dirigentes del gobierno de la República Islámica de Irán, con Ebrahim Raisi ahora a la cabeza. Citar sus nombres es importante, porque en ellos cristalizan muchos otros.

Un nombre que nunca hubiera salido del anonimato es el de Masha Amini, la chica de veintidós años detenida porque el pañuelo que cubría su pelo estaba algo retirado. ¿Cuánto: dos centímetros, tres, cuatro?, ¿cuántos mechones se le veían a Masha: los justos para mostrar un flequillo?-. Todo resulta tan absurdo como terrible. Tan vergonzoso como cruel. Masha Amini murió bajo custodia policial, todavía no se sabe muy bien cómo y no sé si llegaremos a saberlo.

En la noche de ayer acabé el cómic ‘Semillas’, de Ann Nocenti y David Aja, autor y dibujante al que conocí hace una semana en los Encuentros de Verines, en Asturias. ‘Semillas’ plantea un futuro de adicción tecnológica y con la Tierra envenenada por la contaminación. Hay máscaras antigás, muerte de abejas, periodismo de ‘fake news’, nieve ácida, millonarios en el espacio, platos de cucarachas fritas y alienígenas.

Siempre me han gustado las historias distópicas. Me incomodan y a la vez me tranquilizan, como si sirvieran de preparación. Pero las distopías están aquí porque Putin sigue mandando en Rusia y a Amini la detuvo la Policía de la Moral.
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