11/01/2020
 Actualizado a 11/01/2020
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Por fin, dejamos atrás ‘las entrañables’, y la ciudad parece que empieza de nuevo a coger su ritmo.

Vuelve el colegio y las deseadas rutinas en las que muchos autómatas encuentran acomodo y felicidad. Por tanto, lo suyo y lo que el Sr. Rubio espera, a la vista del nuevo gobierno y del levantamiento del viejo reino, es eso, que opinemos del Lexit, de los ministros que cocinan con sudaderas de la RDA, o del sainete del AVE, donde entre el diputado por León en el congreso, y los jefes de los trenes, nos recuerdan aquello de: «la quito, la pongo, la enseño, la escondo».

Y así transcurría el día de Reyes, hasta que la viceportavoz del partido naranja nos mostró su desolación y tristeza a través de las redes sociales por este asunto. Tal era el disgusto, que hasta hubo pantallazos con los titulares de los principales medios. Para eso sí, dos días más tarde, volver a liarla con los peajes de las autopistas, haciendo suyo de nuevo aquello de: «donde dije digo, digo Diego». Otra que, estoy convencido de que el día que vio la primera nómina de lo público, también lloraba, como hemos visto estos días a algunos políticos.

Así que, una vez que ha quedado la ciudad huérfana de tantos ejecutivos de éxito que durante estos días nos han mostrado las nuevas modas y nuevas ropas, recordándonos que el café torero ahora se llama ‘tardeo’, les diré que siento envidia de lo feliz que es la gente en las redes sociales.

Siento envidia de los grandes crustáceos que degusta el personal, de las magnificas vajillas con sus manteles de hilo, pero sobre todo, de los vinos y champanes que se soplan.

Pero, ¿tan necesitados estamos, de que el vecino vea el proceso de la cocción del gambón? ¿Existe algo más ordinario que mostrar las viandas?

Pues háganme caso, lo hay. Y no es otra que enseñar el día de Reyes los regalos. Antes, lo suyo era bajar a la calle a fardar de bici o de las últimas Nike Air. Ahora, somos los padres los que estamos encantados mostrando todos los regalos con los que vamos a agasajar a nuestros pequeños. Y bueno, si al menos los paquetes estuvieran cerrados, la cosa tendría un pase. Pero no, hay que mostrar el taco gordo. El fin de la foto no es otro que mostrar el poderío económico, atrás queda el sentimiento. Pero ojo, lo que desconoce el autor de la misma, es que esa foto realizada en un momento de enajenación y ansia desmedida, puede volverse en su contra, dejando a la vista las zapatillas zorrunas con la puntera negrina, o el poco glamuroso mobiliario de ‘Cuéntame’. Como la vida misma.
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