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Comiendo en vaso

12/08/2020
 Actualizado a 12/08/2020
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A estas alturas del verano no creo que haya alguien que piense que está siendo un estío como el de cualquier año... Pero lo que tampoco nadie puede dudar es de que se puede aprovechar igual o incluso más y no por eso dejar de lado las tan necesarias medidas de distancia social e higiene. Está claro que hay quien las cumple a rajatabla y quien no, pero por lo que estoy viendo desde el fin del estado de alarma, llaman más la atención los incumplimientos, que son pocos, que la mayoría de los que apenas se quitan la mascarilla para beber o comer en público.

No ha sido el verano de las verbenas, las fiestas a dolor ni tampoco de las aglomeraciones playeras. Pero quien ha querido salir de su casa, ya fuera por necesidad social, familiar o personal, lo ha podido hacer sin exponerse demasiado.

Es cierto que cerrar los bares a las 2 de la madrugada es un golpe a la hostelería, pero se pueden seguir rutinas veraniegas (y de otras temporadas) con seguridad y sin que se tenga que trasnochar, desde el vermú hasta la cena al aire libre, pasando por esa tradición tan española como es empezar al mediodía y no dejar las terrazas hasta la noche sin haber tocado un solo plato más allá de los pinchos y tapas de cada establecimiento (o comer en vaso, como dice un amigo de esos que no preguntan dónde estás, sino cuánto tardas en llegar al bar).

Se trata por tanto del compromiso de cada uno, una vez más, ya que esto sí depende de nosotros, puesto que las exigencias a las administraciones públicas para que contraten a personal sanitario, den más ayudas o aceleren o frenen la economía según la visión de cada uno está claro que no. Somos 47 millones de seleccionadores, 47 millones de políticos y ahora también 47 millones de epidemiólogos. ¿Somos también 47 millones de responsables?
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