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Comentarios de Semana Santa

09/04/2015
 Actualizado a 18/09/2019
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Concluyó la Semana Santa leonesa más concurrida de los últimos años. Como en las anteriores ediciones la lluvia había causado estragos, esta vez se podía ver en toda su plenitud el potencial, las mejoras y la configuración a día de hoy de estas fiestas. Y digo fiestas porque no hay que vestir de otra cosa esta semana de pasión, que lo es en gran parte por la liberación de los instintos. Puede que algunas personas lo vivan como una celebración religiosa, pero si se analiza el número de cofrades divorciados, de los que abortaron, de los que no practican los oficios religiosos, de los que blasfeman, de los que… y de los que permiten que esto suceda sin más, no queda duda de que para la mayor parte de los participantes es más una ocasión para la convivencia en fiesta que otra cosa.

Un aspecto que me parece relevante por la pérdida de atractivo de algunas procesiones y lo que ello puede aparejar, es el enlentecimiento en el discurrir por las calles. Probablemente se debe a la necesidad de colocar tanta banda de cornetas y tambores acompañando a cada paso, y de separar unas de otras para que se mezcle menos el sonido. Eso provoca desajustes que retienen el progreso de los pasos. Una procesión es sobre todo una narración que, como una película, ha de tener su ritmo, o bien resultará una pesadez, como una peli mala. Algunas procesiones están cayendo en esto y creo que los responsables de las hermandades deberían actuar para evitarlo.

Otro aspecto, inseparable de la muestra sacra, es el del Entierro de Genarín. Nadie puede dudar a estas alturas de que la Semana Santa de León sería una más entre muchas (por más que el esfuerzo de las cofradías sea grande, cosa que no se pone en discusión) sin este elemento diferencial, capaz de atraer a la ciudad periodistas, reportajes y miles de visitantes. No importa cuánto de irreverente hay en ello porque es una convocatoria sincera, sin doblez, que dice lo que es. Más sincera por ejemplo que los finales de procesión, tan dados al postureo por los aspirantes a concejal, aunque lleven cucurucho. El Entierro de Genarín contribuye a dar la imagen de una ciudad de santos y golfos, de un lugar que aúna lo mejor y lo peor, la cara y la cruz. Y es que esta ciudad literaria, hija de militares romanos y cortes medievales reúne bares sin fin. León es como un bar enorme en Semana Santa. Y que sea un representante del sector el que diga que la noche del Jueves Santo es floja por el Entierro de Genarín, cuando no conocemos cómo sería sin él, ha de deberse a la fragancia de la limonada.
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