Color naranja cielo

10/03/2020
 Actualizado a 10/03/2020
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La vulnerabilidad tiene color, aunque hasta hoy fuera invisible para mis ojos dislocados entre los síntomas del alterado reloj. Cuando todo es normal, la paleta no deja sobresalir ningún claro oscuro y la realidad palpita a ritmo, sin necesidad de desfibrilación ni marcapasos. Todo sigue la línea blanca. Pero el tinte se considera anormal y si está fuera de la gama cromática esperada, saltan las alarmas. El cielo se pintó de naranja en Ponferrada, borrando el azul primavera que iba despertando la mañana y efectivamente, los rotativos comenzaron a sumarse al lienzo improvisado. Como si fuera fuego pulverizado, Santo Tomás manaba una ráfaga de mechones pelirrojos irreal que poco a poco se quedó calva. Pero en el poco a poco dejó una sensación de ciudad confiada, desprotegida, sin medidas para paliar el sorprendente cambio de pintura. Que el color naranja es nocivo casi es ley, al menos en la mezcla con el rojo o con el rosa. Pero pulverizado y esnifado es tos y picor de garganta, aunque digan que está salvaguardada la salud comunal. Ahora vendrá eso de abrir orejas para escuchar lo de los casos aislados, lo de lo siento mucho no volverá a ocurrir, y lo de cruzar los dedos, o aquí no pasa nada…y mañana saldrá un tapizado cielo azul por la ventana que nos permita contar hasta diez y rebajar nuestra preocupación a una demencia bien traída para seguir restando días a los años. Pero a nadie se le escapan las noches en las que Roldán ilumina como las luces de discoteca sobre La Llanada. O las reclamaciones de los ecologistas sobre la oscuridad con niebla masticable obligada alrededor de la factoría berciana. No preocupa la tragedia controlada, pero cuando al llegar a ella se recuerda el mismo formato en otra anterior, entonces es cuando comienza uno a afilar las Alpino con temblores en las manos para mancillar el irredento tonito anaranjado.
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